Un vecino distante, desconfiado y colérico nos vigila
El Instituto Nacional Electoral (INE), está tocado de muerte; agoniza.
Y es que luego de una feroz embestida lanzada desde la más poderosa institución del Estado, el árbitro electoral cayó víctima de la floreciente dictadura mexicana, la de López Obrador.
Pero no, que nadie se quivoque, lo cierto es que la agonía del INE no es más que “la crónica de una muerte anunciada”.
Sí, se trata del mayor crimen político cometido por uno de los mayores criminales de la democracia mexicana, el tirano de Palacio, López Obrador.
Y es que sólo los ingenuos, los impostores, farsantes y mentecatos se negaron a ver el verdadero objetivo de López para llegar al poder presidencial.
En efecto, siempre estuvo a los ojos de todos la pulsión dictarorial de Obrador, pero también es cierto que por mucho tiempo muchos prefirieron la comodidad de la ceguera, la sordera y el valemadrismo.
Pero hoy, cuando el “carnicero de Palacio” está a la espera del último aliento del INE para cometer la atrocidad de “destazar” al árbitro electoral, entonces muchos se dicen alarmados y parecen dispuestos a quemar incienso y hasta se preparan para encender veladoras, en espera de un milagro.
Y de nuevo son millones los que se niegan a ver que de nada sirve quemar incienso y veladoras en espera de un milagro, cuando a los ojos de todos están las pruebas, contundentes, de que López no dejará el poder por la vía legal, por las buenas y que no dejará piedra sobre piedra de la democracia.
No quieren ver que López Obrador ya capturó los poderes Legislativo y Judicial y que mató la división de poderes.
No quieren ver que sometió a la CNDH, con lo que su gobierno y sus brazos criminales pueden actuar a placer.
No quieren ver que convirtió en títere –“carnal”–, al Fiscal General, al que usa a placer para lleva adelante sus venganzas personales y demenciales.
No quieren ver que militarizó al país para dar un golpe de Estado; golpe que se producirá antes, durante o despues de los comicios del 2024.
No quieren ver que sometió a los grandes medios de comunicación –a los concesionarios de radio y televisión–, quienes de manera vergonzosa prestan sus micrófonos, pantallas y sus páginas para el nada honroso “mérito” de ser los mas serviles al dictador.
No quieren ver la estratsagema perversa de López de elevar la pobreza y la marsginación porque de los pobres se nutre su dictadura.
No quieren ver que para consolidar la tiranía resultaba indispensable someter y callar a los críticos; echados de los medios por cometer el “pecado capital” de criticar la tiranía de AMLO.
No quieren ver que Obrador capturó al Banco de México y al INEGI; con los que saqueará las reservas internacionales y dará “carta de naturalización” a sus mentirosos “otros datos”.
No quieren ver que engatusó a seis de cada diez potenciales electores quienes están listos para aplaudir su reelección, a cambio de lentejas.
No quieren ver que sometió por miedo a los grandes empresarios, los que en una penosa complicidad deciden callar ante el avance de la dictadura.
No quieren ver que existe una alianza del poder presidencial con los principales cárteles criminales, como Sinaloa y Jalisco, a los que el presidente entregó el país entero.
No quieren ver que vivimos en un narco-Estado, en donde gobiernos como los de Baja California, Hidalgo, Quintana Roo, Michoacán, Morelos, Sinaloa, Sonora, San Luis Potosí, Zacatecas y Veracruz, entre muchos otros, están en manos de “narco-gobernadores”, impuestos desde Palacio a través del partido oficial, Morena.
No quieren ver que López tiene en la bolsa a parte del PAN y del PRI; maniobra con la que acabó, de facto, con la fuerza real de los opositores.
No quieren ver que no resulta casual el coqueteo del presidente mexicano con los dictadores de Cuba, Venezuela, Nicaragua y Bolivia, a los que apelará en espera de su aval, una vez que se lleve a cabo el golpe de Estado en México y que la democracia haya muerto.
No quieren ver que mediante la estratagema de la persecución, la calumnia, la difamación y el terror, ha sometido a buena parte de las universidades públicas y privadas, en prevención de un alzamiento juvenil.
No quieren ver que destruido el INE, López asumirá el control de la elección presidencial del 2024; llevará a cabo un fraude mayúsculo, aplastará a los opositores y a los críticos y consolidará su tiranía.
Y no quieren ver que ese es el fin último y que para consolidar su tiranía, a López Obrador sólo le falta “descuartizar” al INE.
Pero todo lo anterior se puede resumir en pocas palabras.
Sin duda que un verdadero demócrata y un gobernante responsable y eficaz estaría feliz de recibir el aplauso popular mediante una elección creíble, confiable, legítima, equitativa y verdadera. Una elección que ganaría sin duda.
Sin embargo, López Obrador sabe que en el 2024 será repudiado en las urnas y, por tanto, se prepara para quemar las urnas.
¿Lo dudan?
Al tiempo.