Un vecino distante, desconfiado y colérico nos vigila
Gracias a un grupo de “chivatos” senadores del Partido Morena, hoy conocemos las verdaderas intenciones de López Obrador y de su secretario de Gobernación, para dar muerte al INE.
Y es que durante el encuentro de Adán Augusto con un grupo de legisladores lacayos del partido oficial, el titular de Gobernación les dijo a los senadores “lopistas” que “la orden presidencial es destazar al INE; desmembrarlo por completo”.
Sí, “destazar y desmembrar” al Instituto Nacional Electoral.
Curiosamente, “destazar” y “desmembrar” son expresiones que definen a dos de las más crueles atrocidades cometidas por las bandas criminales en México; casualmente uno de los países en donde se cometen no solo el mayor numero de hechos crueles, sino algunas de las peores atrocidades del mundo.
Pero más allá del lenguaje criminal utilizado por el presidente mexicano y por su secretario de Gobernación para eliminar al árbitro electoral –lo que confirma el talante dictatorial de Palacio–, la atrocidad que llevará a cabo el gobierno de AMLO contra el INE resulta, en rigor, un “golpe de Estado”.
¿Por qué?
Porque las nuevas reglas electorales propuestas por el presidente Obrador y que avalarán en el Senado los lacayos de Palacio, no solo violan la Constitución mexicana sino que les arrebatan a los ciudadanos uno de los derechos fundamentales; el derecho al voto libre, al sufragio efectivo, a la no reelección y a las elecciones confiables y transparentes.
Además, como ya se dijo, la atrocidad ordenada por López contra el INE, reúne todas las características de un “golpe de Estado”; se trata de una violación constitucional ordenada desde lo más alto del poder y operada por el Congreso, con el aval de los militares.
Pero vamos por partes.
Está claro que en el México de hoy –un país polarizado de manera deliberada y en donde existe un temor endémico a las palabras–, resulta pecaminoso hablar de “golpe de Estado”.
Más aún, hace casi cinco años, cuando aquí utilicé por primera ocasión la expresión “golpe de Estado”, para identificar uno de los mayores peligros del López Obrador, parece que invoqué a las peores fuerzas demoniacas.
Muchos se escandalizaron, otros se dijeron sorprendidos y los menos me llamaron “exagerado” y hasta “ignorante”.
Por eso, desde entonces, en cada ocasión que hablo de los repetidos intentos golpistas que propone el presidente mexicano y su partido, expongo la definición de “golpe de Estado”.
Según la tradición francesa del término –que rescata Bobbio en su Diccionario de Política–, el “golpe de Estado” se define “como una violación deliberada de las formas constitucionales, por un gobierno, una asamblea o un grupo de personas que detentan la autoridad…”
¿Y quién o quiénes llevan a cabo el “golpe de Estado”?
“En el primer caso el soberano; en el segundo el titular o los titulares del poder político; en el tercero un sector de funcionarios públicos y los militares, cuya tajada de poder va, de hecho, desde una importante influencia en algunos países hasta un papel de auténtica tutela u ocupación interna, en otros”.
Y ahora vamos a las preguntas.
1.- ¿Quién ordenó “destazar y desmembrar” al INE?
Todos lo saben, se llama López Obrador y despacha como presidente.
2.- ¿Quién lleva a cabo la atrocidad política, violatoria de la Constitución, de destruir al INE?
Todos lo saben; el primer golpe estuvo a cargo de lacayos diputados de Morena y el segundo golpe lo llevarán a cabo lacayos senadores de Morena.
3.- ¿Qué intención política existe detrás de la orden de “destazar y desmembrar” al INE; el mismo INE que legitimó al gobierno de López?
Todos lo saben; Obrador intenta imponer un Maximato o la reelección.
4.- ¿Y qué papel jugarán los militares en el golpe de Estado?
Todos lo saben; avalarán el golpe y reprimirán las protestas.
5.- ¿Qué garantía tendremos los ciudadanos, en 2024, de elecciones limpias, libres, confiables, transparentes y legítimas?
Pocos saben que no tendremos elecciones limpias, libres, confiables, transparentes y legítimas, ya que la presidencial del 2024 estará en manos del gobierno federal; de López Obrador.
Pocos quieren ver que esa es la estratagema perversa de AMLO; destruir al INE para volver a las elecciones de Estado, al mejor estilo de Bartlett y del viejo PRI.
Por eso, está en manos de los ciudadanos impedir la atrocidad ordenada por el presidente contra el INE; atrocidad que se impedirá mediante la protesta y la movilización.
Y es que al final del túnel aún aparece una luz de esperanza; una luz llamada Suprema Corte de Justicia.
Al tiempo.