Un vecino distante, desconfiado y colérico nos vigila
La pregunta recorre el país y buena parte del mundo.
¿Por qué razón, después de cuatro años de impunidad total, el presidente mexicano decidió entregar al gobierno de Biden a un aliado fundamental, como Ovidio Guzmán, jefe del Cártel de Sinaloa?
La respuesta ya es del dominio público.
Resulta que el gobierno y el presidente mexicano fueron empujados por la administración Biden a la captura y entrega del jefe del grupo criminal que por años financió al partido oficial –Morena–, con el costo descomunal que significa para López Obrador romper un pacto entre el poder público y el crimen organizado.
¿Obligó el gobierno norteamericano al presidente mexicano a romper su alianza con el Cartel de El Chapo?
Sí, por increíble que parezca y por ridículo que resulte.
Y es que las agencias de espionaje e investigación de Estados Unidos cuentan con voluminosos expedientes que confirman el financiamiento ilegal del Partido Morena; del manejo de dinero sucio en la construcción del partido oficial; además de que tienen en sus manos las pruebas del saqueo público y del enriquecimiento de la familia presidencial y de la claque oficial.
En pocas palabras, las agencias de espionaje e investigación del gobierno de Biden tienen al presidente mexicano de rodillas.
Y, por esa razón, obligaron a Obrador a lo impensable; a traicionar su alianza con el Cártel de Sinaloa, a recibir a 30 mil indocumentados del Continente a México –que serán expulsados mensualmente del territorio norteamericano–, y a muchos otros caprichos inconfesables y exigencias de los norteamericanos.
Y también por eso no tiene pies ni cabeza la explicación oficial que –en mensaje a medios–, ofreció el titular de la Sedena, Luis Cresencio Sandoval, quien no aceptó preguntas pero dijo que la de Ovidio Guzmán fue lo más parecido a una detención fortuita y que no contó con orden de aprehensión.
La realidad, sin embargo, es muy distinta.
Según la reconstrucción periodística de los hechos –y según las fuentes de Itinerario Político–, todo comenzó en Palacio, con el encuentro de la mañana del miércoles 4 de enero del 2023 entre el presidente mexicano y el embajador norteamericano.
Se trató de una reunión inusualmente extensa, en la que el embajador Salazar le habría expuesto al mandatario mexicano todos los hallazgos del gobierno norteamericano sobre el financiamiento de grupos criminales al partido oficial, Morena, además del saqueo de dinero público que familiares y funcionarios del gobierno de AMLO estarían llevando a cabo en nuestro país, quienes mandan el dinero saqueado a paraísos fiscales.
Frente a tal información, López Obrador entendió que las agencias norteamericanas lo habían colocado de rodillas.
Conocedor del valor de la información que le entregó a López Obrador, el embajador Ken Salazar le habría ofrecido al mandatario mexicano –en la misma reunión–, las coordenadas para localizar y capturar a Ovidio Guzmán y a un puñado de sus testaferros.
Y, claro, hasta le ofreció colaborar en la detención de “El Chapito”.
Pero no, que nadie se equivoque, no se trató de una concesión graciosa, sino que el embajador Salazar condicionó la participación de su gobierno en el operativo a cambio de que la batida contra Ovidio fuera encabezado por la Marina Armada; a cambio de que no participaran ni la Sedena, ni la Guardia Nacional, ni la Secretaría de Seguridad y menos la Fiscalía General.
En efecto, el gobierno de Biden conoce bien “la clase de lacras” que encabezan esas “instituciones” mexicanas.
Por eso la detención sin orden de aprehensión, sin la participación del Ministerio Público y por eso el engaño de que fue casual la captura y que Ovidio fue detenido “por el delito” de portar armas exclusivas del Ejército, luego de una persecución de seis meses. Todo eso es mentira.
Y no sólo es mentira sino que resulta ridículo y, sobre todo, ofende al sentido común y a la justicia mexicana.
Lo único cierto, sin e margo, es que en medio del ridículo mundial al que fue sometido López Obrador por su incompetencia y por su complicidad con las bandas criminales, es que hoy está de rodillas ante la administración Biden; está en manos de un gobierno que trabaja en la reelección en Estados Unidos y que hará de AMLO su bufón.
¿Lo dudan?
Al tiempo.