Un vecino distante, desconfiado y colérico nos vigila
Para todos está claro que la Constitución establece que en México el jefe del gobierno y del Estado es el presidente de todos los mexicanos; nos guste o no, quien ocupe ese cargo.
Y en el caso que nos ocupa –también queramos o no–, se llama López Obrador.
Sí, el señor López Obrador es el “primer mandatario” de los mexicanos; es el jefe del gobierno y jefe de las instituciones del Estado que dependen del Poder Ejecutivo.
Pero también todos sabemos que el presidente tiene a sus pares en la llamada División de Poderes; verdaderos contrapesos previstos por la Constitución precisamente para dar equidad al ejercicio del poder en el llamado presidencialismo.
Es decir, López Obrador tiene pares como los presidentes de la Suprema Corte y del Congreso; contrapesos que –junto con el jefe del Ejecutivo–, dan vida a la llamada División de Poderes en los llamados Tres Poderes de la Unión.
Dicho de otro modo; el presidente es aquel ciudadano a quien una mayoría de votantes le encomendaron el mandato del país, a través de la jefatura del gobierno y del Estado.
Sin embargo, los hechos nos dejan ver hoy que el presidente ya no es todo aquello que dice la Constitución.
¿Por qué?
Porque precisamente en los hechos, López Obrador ya encomendó buena parte de sus potestades, facultades y responsabilidades constitucionales a los militares.
Hoy, por ejemplo, en los hechos los jefes de las instituciones castrenses –los subordinados del presidente en la Sedena, la Marina y la Guardia Nacional–, aparecen como los verdaderos jefes del presidente.
¿Y porque muchos mexicanos ven a los jefes de las instituciones castrenses como los verdaderos jefes y mandatarios del presidente de todos los ciudadanos?
La respuesta es elemental, la aportan a diario los hechos, la terca realidad que todos vemos. Y si lo dudan, aquí los ejemplos.
1.- Hoy los militares, los marinos y los guardias nacionales se encargan de la seguridad, de forma ineficiente y sin que ningún civil pueda intervenir para impedir la violación de los derechos humanos.
2.- Hoy los militares, los marinos y los guardias nacionales son dueños de las mayores obras del gobierno; son gerentes de las más grandes empresas del Estado y son quienes hacen los más grandes negocios salidos del poder presidencial.
3.- Hoy los jefes de las instituciones castrenses se encargan de analizar, redactar y dictar las leyes que desde Palacio el presidente López Obrador le manda al Congreso de la Unión.
4.- Todas aquellas leyes como la que militariza a todo el país; como la que propone la destrucción del INE y del Tribunal electoral y como aquella que pretende la nacionalización la industria eléctrica.
5.- Hoy los militares, marinos y guardias nacionales son los encargados de las aduanas, aeropuertos, carreteras, espionaje y aislamiento del presidente y su prole, además de aplicar de manera selectiva la justicia y, sobre todo, los militares, marinos y guardias nacionales se encargan de la represión de manifestaciones populares contra los excesos del poder presidencial.
6.- Hoy los militares, marinos y guardias nacionales cuidan a la familia presidencial pero, sobre todo, también cuidan a los jefes de las bandas del crimen; protegen a los barones de la droga, a los tratantes de blancas, a los traficantes de órganos… y a todo el crimen organizado.
7.- Hoy los jefes castrenses le dicen al presidente qué y cómo responder a las presiones del gobierno de Washington.
8.- Y lo peor, el secretario de la Sedena, se niega a comparecer ante el Congreso mexicano, pero acude presuroso y en secreto ante los jefes militares de Estrados Unidos, de Cuba y de Rusia.
9.- Hoy, según el jaqueo de #GuacamayaLikes revela que esos mismos militares tienen vínculos con el crimen organizado y que no pocos gobiernos del partido oficial, Morena, son verdaderos “narco-gobiernos”.
10.- Y acaso lo peor, que los militares mexicanos hoy están en la línea de complicidad oficial que ha provocado 150 mil muertes violentas; más de cien mil desapariciones; miles y miles de feminicidios; responsables de la muerte de decenas de periodistas y, sobre todo, defensores de derechos humanos y activistas a favor de la tierra y la ecología.
Por eso volvemos a la pregunta inicial: ¿Quién manda en México?
La respuesta la conocen todos.
En México no manda un presidente llamado López Obrador.
En México mandan los militares.
Al tiempo.