Un vecino distante, desconfiado y colérico nos vigila
Por primera ocasión, en casi cinco años, el presidente mexicano habló con la verdad.
La indignante verdad de que nadie escucha nada en Palacio; de que los mexicanos estamos solos frente a la violencia criminal y que el mandatario solapa a diario a sus socios del crimen organizado.
Y es que luego de la insensibilidad mostrada ante la desaparición de cinco jóvenes en Lagos de Moreno, Jalisco, López Obrador reconoció: “no escuché nada”, del reclamo de sus paleros mañaneros.
Por tanto, también aseguro que no tenía por qué pedir disculpas ya que, según él, nunca se burló de los desaparecidos o muertos.
Lo cierto, sin embargo, es que en un desesperado intento por enmendar la plana –que le costó una paliza en redes–, López se hundió aún más en el fango de la insensibilidad, la mentira y el engaño.
Y sí, AMLO puede decir misa y creer que engaña a todos todo el tiempo, sin embargo, la explicación de su presunta “sordera” ante preguntas sobre los desaparecidos en Jalisco, resulta tan burda que día a día son menos quienes se tragan el cuento de que en Palacio habita “un sordo y un ciego”.
En cambio, lo que también día a día confirman más mexicanos, es la insensibilidad presidencial; sordera y ceguera de un mandatario al que nada importa la vida, la seguridad y el bienestar ciudadano. Sí, lo que le importa a López es proteger y solapar a los culpables del saqueo y la tragedia sexenal.
Pero vamos al paso a paso.
El miércoles 16 de agosto, casi al final de la “mañanera”, los “paleros reporteros” preguntaron a gritos a Obrador sobre el tema de los jóvenes desaparecidos en Lagos de Moreno.
El presidente hizo ademanes de que no escuchaba –con las manos tapando las orejas–, y respondió con un pueblerino juego de palabras que, precisamente caricaturiza la sordera a conveniencia.
Sí, gracejada de quien escucha lo que quiere escuchar y no escucha lo que no le conviene oír; igual que la mujer que le pide dinero a su esposo.
–Que me des 200 pesos, para el mercado–, pidió la señora al marido.
–No oigo, por acá, por otro–, por el otro oído, respondió el marido
–Que me des 500 pesos, para el mercado–, insistió en el otro oído.
–Mejor los 200–, respondió el marido señalando el primer oído.
Chistorete que desató la risa de los paleros mañaneros, mientras que el presidente los invitó a retirarse, sin responder.
Está claro que, en el fondo, el juego de palabras que lanzó Obrador a sus paleros preguntones, es que no quería escuchar nada sobre el escabroso tema de los jóvenes presuntamente asesinados en Lagos de Moreno, Jalisco.
Y es que por más argumentos “engañabobos” que formulen en Palacio, la gracejada misma alude a quien escucha sí y sólo sí, lo que quiere escuchar y niega haber escuchado lo que le resulta molesto o incómodo al oído.
En pocas palabras, a López nada le importó lo que pasa con los jóvenes secuestrados y presuntamente asesinados y, por tanto, se negó a escuchar en medio del tonó burlón que lo caracteriza.
Por eso, en su respuesta de ayer, jueves 17 de agosto, volvió al templo del engaño, la mentira y la victimización.
Así lo dijo: “Quiero empezar con lo de ayer, que dio pie a una burda manipulación. Ya no saben qué hacer estos corruptos y sus voceros.
“Ayer, como a ustedes les consta, al final de la conferencia, ya cuando habíamos terminado, empezaron a gritar y no escuché nada, nada.
“Tan es así que, por eso, conté ese chiste y sin ningún fundamento, de manera perversa, sostuvieron todo el día de ayer, en la prensa vendida y alquilada, de que yo me había burlado cuando me preguntaron de los jóvenes que asesinaron o desaparecieron en Los Altos de Jalisco.
“Toda una mentira, una infamia, ellos son capaces de todo, yo no, no somos iguales, yo tengo principios, tengo ideales, soy un hombre de sentimientos, no me puedo burlar del dolor, de la desgracia de los demás; nunca lo he hecho… ¿Quiénes son los que le dieron vuelo a esta calumnia? Los mismos de siempre…” (FIN DE LA CITA)
Al final de cuentas, queda claro que López Obrador nunca ha escuchado y nunca le ha importado el dolor y la indignación de millones de mexicanos que viven bajo la violencia, la inseguridad y el crimen.
Que nunca ha escuchado y no le importa ninguna de las casi 200 mil familias que han perdido un ser querido a manos de las mafias criminales.
Que no escucha y no escuchará a las familias de los más de 50 mil desaparecidos, de las víctimas de miles de feminicidios, infanticidios y secuestros que proliferan a lo largo y ancho del territorio nacional; que nada le importan los niños con cáncer, los mexicanos sin servicio médico de calidad; que no le importa nada.
Sí, está a la vista de todos que López Obrador preside un gobierno ciego, sordo, mentiroso y corrupto; uno de los peores gobiernos de la historia.
Al tiempo.
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