Un vecino distante, desconfiado y colérico nos vigila
Ricardo Alemán
Ahora resulta que todos en el PAN se dicen “puros”.
Resulta que en Acción Nacional muchos aspiran al perdón de la historia, como si el pasado partidista no existiera.
Y por eso, muchos lanzan estiercol al ventilador de la historia, en una suerte de competencia por lavar un pasado que, a querer o no, apesta en todos los casos.
Y es que les guste o no a líderes, dirigentes y gobernantes del PAN, todos tienen “cola que les pises”; desde Fox, Calderón, Anaya, Germán Martínez, Manuel Espino y, sin duda los Clouithier –por citar a los santones–, como para que hoy vengan con el cuento de la “calidad moral” y la pureza partidista.
Lo peor del caso es que todos o casi todos en el partido azul incurren en la misma “tara política” de Morena y del viejo PRI; esa maniquea intepretación del pasado que supone que la sociedad mexicana no tiene memoria.
Y, en efecto, habrá muchos desmemoriados, pero también es cierto que existe una clara memoria colectiva sobre los errores y horrores cometidos por los políticos del partido opositor más votado en México, el PAN.
Lo que ocurre, en todo caso, es que ante la proximidad de la contienda presidencial del 2024 se desataron “los demonios” del poder y la política, al interior de Acción Nacional, entre quienes van detrás del botín sexenal.
Todo comenzó con mensaje en redes, al parecer sin mayor importancia difundido Fernando Doval, consejero nacional, quien a manera del clásico “pateando un bote”, escribió en la red del pajarito: “A mi no me echen la culpa, yo voté por Ricardo Anaya”.
Horas después, Felipe Calderón respondió a Doval: “¡Claro que tienen culpa! Por la manera en que dividieron, excluyeron, atropellaron y cancelaron la democracia interna y la participación ciudadana en @accionnacional para imponerlo (a Anaya). Hoy siguen siendo parte del problema y no de la solución, pues siguen teniendo al PAN cerrado a los ciudadanos, una de las razones por las cuales estamos como estamos. No es sólo @lopezobrador, son Ustedes. Ojalá cambien y abran la puerta. Ya es tarde”. (Fin de la cita)
A esa crítica se sumó Margarita Zavala, esposa de Calderón y ex candidata presidencial independiente en 2018, quien de igual manera fue lapidaria: “No votaste, obedeciste. Más allá de eso, para el 24, debemos mirar hacia adelante y valorar también a quien cambió de opinión. Todos nos necesitamos”. (Fin de la cita)
Pero la disputa escaló cuando Manuel Clouthier Carrillo, hijo del mitico “Maquío”, le respondió a Calderón: “¡No tienes ninguna autoridad moral para hablar del PAN: frustrado por no poder gobernar el país te dedicaste enojado a controlar autoritariamente al PAN y así lo destruiste!”. (Fin de la cita)
¿De qué autoridad moral habla Cloutuier Carrillo, si él y su hermana Tatiana llamaron a votar por AMLO; si fueron algunos de los lacayos más miserables?
Por eso vale preguntar: ¿Quién tiene razón, en la reciente escaramuza entre pansitas? ¿Algún líder, político o gobernante se salva?
Lo cierto es que todos en el PAN tienen responsabilidad –en mayor o menor medida–, en el regreso del PRI al poder y la llegada del dictador López.
¿Lo dudan?
Pocos recuerdan es que la descomposición del PAN –y el mal olor que despide–, vienen de lejos y que precisamente se gestó con la llegada al poder, en los gobiernos de Vicente Fox y Felipe Calderón.
Y es que una vez instalados en Los Pinos, los dos presidentes surgidos de Acción Nacional hicieron del partido en el poder una vulgar copia del viejo PRI, sometido al presidente en turno.
Con Fox en Los Pinos llegaron a la dirigencia del PAN impostores e impresentables como Manuel Espino –entre muchos otros–, hoy convertidos en los más serviles lacayos de López Obrador.
Pero no fue todo, Fox encumbró a los más altos niveles a oportunistas y criminales como Alfonso Durazo y Alejandro Gertz Manero; el primero ligado al crimen organizado y el segundo un enfermo de poder sin freno. Los dos hoy son lacayos de Obrador, desde el gobierno de Sonora y desde la Fiscalía General, respectivamente.
¿De verdad, Fox nunca se percato del oportunismo y la impostura de Espino, Durazo y Gertz Manero, entre muchos otros que le tomaron el pelo?
Con Calderón ocurrió algo similar, ya que hizo presidente del PAN al impostor y oportunista Germán Martínez, un pobre diablo que tiró a la basura una historia política a cambio de un escaño en el Senado y que hoy se dice critico del tirano AMLO.
¿Nunca supo Calderón quien era Germán Martínez?
Se trataba, como el tiempo lo confirmó de manera contundente en todos los casos, de los mayores oportunistas, sin principios ni convicción partidista, al grado de que en los años recientes fueron o han sido lacayos “morenistas” y cómplices de la mayor destrucción democrática de la historia.
Pero quizá el peor de todos se llama Ricardo Anaya, otro oportunista e impostor sin principios y quien más bien se confirmó como una grotesca copia del propio López Obrador, tanto en sus concepciones políticas como en su estrategia para robar dinero público y para construir su plataforma electoral.
En eso tienen razón el ex presidente Calderón y la ex candidata Margarita Zavala; sí, Anaya llevó al PAN una estratagema propia de las peores dictaduras; expulsar a los opositores y satanizar a los críticos; la misma escuela de AMLO.
En efecto, los de Ricardo Anaya en el PAN fueron tiempos de la gran corrupción; de la “transa” y el “moche”, lo que a la postre le hizo perder la contienda presidencial.
Hoy la dirigencia del PAN está en manos de Marko Cortés –heredero de Anaya–, y el jefe nacional más mediocre de la historia del partido azul.
Lo cierto es que tanto políticos, como líderes y gobernantes tanto de Morena, como del PRI y del PAN, ya no engañan a nadie y más les vale que entiendan que el de hoy es tiempo de ciudadanos.
De lo contrario no saldrán del bote de basura.
Al tiempo.
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