
Los comentócratas
¡INICIA LA FARSA MÁS
CARA DE LA HISTORIA!
Ayer inició, de manera formal, la farsa más cara de la historia
mexicana.
Y es la más cara, no sólo por el inútil gasto de dinero púbico, sino
por la grosera simulación electoral, al mejor estilo de lo más rancio del
viejo PRI.
Sí, una farsa que acabará con la democracia mexicana.
Se trata, como saben, de la simulación para elegir –mediante voto
ciudadano–, al Poder Judicial federal y a sus similares en casi todas las
entidades federativas del país.
Y es una farsa, porque mediante los peores métodos de las raterías
electorales de la “dictadura perfecta” del viejo PRI, los votos serán
contados por la secretaría de Gobernación, no por el ya inexistente INE.
Sí, una vuelta de 180 grados a los métodos electorales más
tramposos de los tiempos del partido único.
Una farsa en la que, como lo dije aquí mismo el día de ayer,
veremos en los cargos de ministros de la Corte, jueces y magistrados, no
sólo a abogados de narcotraficantes, sino a criminales confesos,
secuestradores y, en el extremo, hasta mujeres de la vida galante.
Y será una farsa histórica, no sólo porque significa el fin de la
democracia mexicana, sino la confirmación de que, al destruir al Poder
Judicial, habrá muerto la división de poderes y México vivirá en dictadura.
Todo ello sin contar con el hecho de que se trata de una elección en la que
terminarán en la basura miles de millones de pesos del dinero público.
En efecto, una caprichosa farsa producto de una demencial venganza del
hoy expresidente, López Obrador, quien sigue “mangoneando” a su
antojo, al Poder Ejecutivo y a la “señora presidenta”.
Y se trata de una venganza, porque a lo largo de su gobierno, López
Obrador, nunca logró someter a la presidenta de la Suprema Corte, la
ejemplar ministra Norma Lucía Piña Hernández.
Pero acaso lo más grave de todo lo que significa acabar con un Poder
Judicial autónomo, como lo conocimos hasta ahora, es que México y los
mexicanos viviremos el peor de los mundos; una impartición de justicia
caprichosa, al servicio del poder presidencial y del partido oficial, lo cual
significa una grosera “dictadura perfecta”, como la calificó en su momento
el novelista y Novel de literatura, Mario Vargas Llosa.
Pero para empezar por el principio, vale la pena recordar cómo se
construyó el hoy agonizante Poder Judicial.
Resulta que, a pocos días de que llegó al poder, el entonces presidente
Ernesto Zedillo, acudió a la Fundación Ortega Y Gasset, en donde se
reunían dirigentes políticos de toda Europa, en los trabajos fundacionales
de lo que hoy conocemos como la Unión Europea.
Para el mexicano Zedillo era vital promover por todo el mundo la apertura
comercial de México, iniciada con el entonces Tratado de Libre Comercio,
con gigantes comerciales como Estados Unidos y Canadá, que además son
vecino de México.
En ese encuentro, una de las exigencias fundamentales al gobierno
mexicano –y al propio presidente Zedillo–, era la garantía de que México
debía contar con certeza jurídica para los inversores extranjeros.
Es decir, México debía garantizar un Poder Judicial no sólo confiable, sino
autónomo y a la altura de los mejores del mundo.
Por eso, Zedillo provocó la caída de buena parte del Poder Judicial, en
especial la sustitución de los integrantes de la Suprema Corte de Justicia y
estableció los relevos escalonados, para garantizar la independencia del
máximo órgano judicial del país.
De esa manera, la certeza jurídica resultó fundamental para
convertir a México en el campeón mundial de tratados de libre comercio,
lo que se tradujo en uno de los países con la mayor inversión extranjera.
Pero esa certidumbre jurídica acabó con la llegada de López
Obrador al poder presidencial. Y es que una de las primeras decisiones del
tabasqueño fue buscar, a toda costa, el control de los poderes Legislativo
y Judicial.
Logró el control del Congreso en las elecciones intermedias del 2021
y al no conseguir el control del Poder Judicial, dejó sembrada la ponzoña
para que en la gestión de su heredera también cayera la independencia
del sistema de impartición de justicia, lo cual se concretará el 1 de junio
próximo.
Y es que en esa fecha se llevará a cabo la farsa electoral en la que
competirán más de cinco mil candidatos a puestos federales y estatales
del Poder Judicial, para lo cual se cuenta con poco más de 600 millones de
boletas, de las cuales no se usarán ni el 10 por ciento.
¿Y por qué se tirarán a la basura casi 550 millones de boletas
electorales?
Porque se trata de una elección que no le importa a más del 90 por
cierto de los mexicanos con derecho a votar.
Sí, estamos ante la farsa electoral más cara de la historia mexicana y
que, por si fuera poco, acabará con nuestra joven democracia.
Al tiempo.