
Libros de ayer y hoy
¡LA MISMA MANO CRIMINAL
EN “LOS 43” Y TEUCHITLÁN!
Desde hoy es posible asegurar que el escándalo de “el rancho del
terror y el exterminio” de Teuchitlán, en Jalisco, terminará igual que el
montaje de “los 43” de Iguala, en Guerrero.
Es decir, igual que ocurrió en el gobierno de López Obrador con el
caso de “los 43” –que sólo fue un instrumento político electoral–, en el de
Claudia Sheinbaum nadie llegará al fondo de los horrores cometidos en el
campo de exterminio de Jalisco.
Más aún, desde Palenque y en Palacio se preparan para borrar
todos los indicios del exterminio y, sobre todo, para solapar al verdadero
responsable de establecer una alianza del Estado mexicano con las más
poderosas bandas criminales del país.
¿Y por qué la certeza de que el caso del “rancho del exterminio”
terminarán en otro vulgar engaño?
Por una razón elemental; porque igual que ocurrió con el secuestro,
crimen y cremación de “los 43”, en el caso del rancho de Teuchitlán,
aparece la misma mano criminal; la del expresidente López Obrador.
Y si lo dudan, basta recordar que, desde mayo de 2012, aquí
documenté pasó a paso –y a lo largo de una decena de entregas del
Itinerario Político–, la alianza de AMLO con el líder del grupo criminal
Guerreros Unidos, José Luis Abarca, a quien Obrador impuso como
candidato a la alcaldía de Iguala, Guerrero.
El mismo Abarca, en su papel de alcalde de Iguala, fue el
responsable de ordenar el secuestro, crimen e incineración de “los 43”
estudiantes de Ayotzinapa, a quienes la mafia de Guerreros Unidos
confundió con integrantes de un grupo rival.
Lo curioso del asunto es que, gracias al manoseo mediático del caso,
López Obrador y su claque lograron sembrar en la conciencia colectiva la
percepción de que el crimen de “los 43” –ocurrido en septiembre de 2014-
-, había sido responsabilidad del gobierno de Peña Nieto; a pesar de que
se produjo en un municipio y un gobierno estatal, “gobernados” por el
PRD.
Pero acaso lo más cuestionable del caso es que desde 2014 y hasta
2018, López Obrador uso y abusó del crimen de los estudiantes de Iguala,
al extremo de que prometió regresar con vida a los secuestrados, a
sabiendas de que no sólo habían sido secuestrados, sino asesinados e
incinerados.
Y la mejor prueba de que AMLO sólo uso la tragedia de “los 43” con
fines político-electorales, es que luego del sexenio en el que despachó en
Palacio, no resolvió absolutamente nada.
¿Y por qué no hizo nada en el caso de “los 43”?
Porque el hoy expresidente es uno de los mayores responsables de
ese crimen, ya que antes, durante y después de su gobierno mantuvo
vigente la alianza no sólo con el mafioso grupo de los Guerreros Unidos,
sino con cárteles como los de Sinaloa y, sobre todo, los de Jalisco.
Y aquí es precisamente donde aparece de nueva cuenta la mano
criminal de López, en los horrores del “rancho del exterminio”, en
Teuchitlán, Jalisco.
¿Y por qué aparece la mano de AMLO en esos horrores?
Por una razón que también aquí he documentado hasta el
cansancio; porque desde que Obrador llegó a la presidencia del PRD, en
1996 y hasta hoy, marzo del 2025, ha mantenido vigente una alianza con
las bandas criminales de todo el país, las mismas que financiaron el
nacimiento del Partido Morena, que lo hicieron presidente en 2018; las
mismas que hoy controlan más de 20 entidades federativas, cientos de
alcaldías y decenas de congresos locales.
Las mismas mafias del crimen que hicieron ganar en las urnas a la
señora Sheinbaum, en la más reciente elección presidencial, la de julio del
Y por esa razón –porque el principal encubridor de los campos de
exterminio se llama López Obrador–, la “señora presidenta” nunca llegará
al fondo en la investigación del “rancho del terror y el exterminio”.
Y por lo pronto, Claudia Sheinbaum simulará que atiende el
problema de los desaparecidos y que ayuda a las madres y padres
buscadores, mientras que la fiscalía general de la República se encargará
de destruir todas las evidencias del terror provocado por la alianza de los
gobiernos de Morena con las mafias del crimen organizado.
¿Aún lo dudan?
Al tiempo.