Líneas Quadratín
“¡AL LADRÓN!”: ACUSA
EL LADRÓN DE PEMEX
Sin duda que el director de Pemex, Octavio Romero Oropeza, será
uno de los primeros “peces gordos” que caerán en prisión cuando llegue
el ajuste de cuentas por el saqueo de dinero público en la gestión de
López Obrador.
Y es que Romero Oropeza no sólo es el hombre más cercano a
Obrador, el de todas sus confianzas, sino quien por más tiempo ha
acompañado al hoy presidente.
Pero lo más importante es que Oropeza es el responsable del
manejo de “la caja chica”, “la contabilidad” y “la recaudación” del dinero
negro de la familia López.
Sí, durante décadas, por las manos de Oropeza pasaron miles de
millones de pesos producto de extorsión política y del financiamiento de
actividades partidista que, por años, aportó el crimen organizado a los
afanes electoreros del tabasqueño.
Y si alguien conoce los secretos del origen y el destino de miles de
millones de pesos que manejó AMLO a lo largo de su carrera política y los
millones de dólares que ha saqueado la pandilla lopista en sus casi seis
años de gobierno, ese se llama Octavio Romero Oropeza, el primero en
acudir a los paraísos fiscales para ocultar el dinero robado.
Por eso, no sólo resulta ridículo, sino de risa loca el grosero
“montaje” organizado en Palacio para desacreditar a la presidenta de
mexicanos Contra la Corrupción, en donde Romero Oropeza y López
Obrador llevaron adelante un linchamiento vengativo, ejemplar e ilegal,
contra María Amparo Casar.
Es decir, que los mayores ladrones que ha tenido Pemex en su
historia, los señores Oropeza y Obrador, pretenden hacer creer que la
quiebra de la otrora exitosa petrolera mexicana se debe a que una viuda
habría cobrado de manera ilegal la pensión de su esposo, muerto en las
instalaciones de Pemex, de manera poco clara.
Lo cierto es que asistimos a otra de las patrañas “engaña-bobos”
montadas por López en Palacio, no solo para cobrar venganza contra sus
adversarios, sino para mandar el mensaje de la forma en que serán
linchados los críticos de su fallido gobierno.
Es decir, además de ser señalados, difamados, calumniados y
linchados en las mañaneras, serán revelados los datos personales de los
“enemigos” de Palacio –como es el caso de María Amparo Casar–, a
manera de escarnio y de alimento para las insaciables fieras lopistas.
Pero lo que muchos ignoran y otros tantos prefieren callar, es que
Octavio Romero Oropeza ha sido pieza angular de las corruptelas sin límite
de AMLO por décadas.
Por ejemplo, el primer contacto de Romero Oropeza con Pemex fue
producto de la extorsión que organizó Obrador durante “la toma de pozos
petroleros” en 1991 y 1992.
Como algunos recuerdan, en esos años, AMLO inventó el cuento de
que los pozos petroleros de Tabasco habían contaminado las tierras de
cultivo aledañas a las instalaciones de Pemex.
Por eso, organizó una “toma de pozos de Pemex”; un montaje en el
que fueron clave no solo el diario Las Jornada, sino Octavio Romero y Rosa
Icela Rodríguez. Al montaje le siguió una serie de “éxodos de Tabasco al
DF”, que siempre terminaron con un plantón en el Zócalo.
La supuesta contaminación de Pemex a las tierras ejidales, la toma
de pozos y el plantón en el Zócalo del DF, no eran más que un montaje
para la extorsión ya que, por ejemplo, en 1992, Obrador exigió al gobierno
de Carlos Salinas –a través de Manuel Camacho–, 9 mil millones de pesos
de Pemex, para levantar el plantó.
La extorsión se repitió una y otra vez y siempre era Romero Oropeza
quien recibía el dinero.
Ya con López como jefe de gobierno del DF, Romero ocupó el cargo
de Oficial Mayor, posición que le facilitó el robo del 20 por ciento del
salario de todos los empleados del GDF.
Para esa operación requería incondicionales y, por eso, colocó en
puestos clave a más de 30 familiares directos, lo cual fue denunciado por
el PAN en la Asamblea Legislativa. Sin embargo, igual que hoy, López tenía
el control total del gobierno y Octavio fue exonerado del delito de
nepotismo.
Ya en el puesto de director de Pemex, Romero no sólo repitió la
vieja historia del nepotismo y del perdón de la Secretaría de la Función
Pública –controlada por López en su totalidad–, sino que amplió sus
horizontes a los jugosos negocios vinculados con Pemex, al participar en
numerosas empresas, con su asesora de cabecera, Elvira Daniel, ex
directora del Centro Nacional de Gas Natural.
Pero la joya de la corona es que 17 años después de amenazar con
“hundir Pemex, López Obrador cumplió su promesa y hoy, la otrora
poderosa y rentable petrolera mexicana, está en la ruina, gracias al
manejo deficiente y abusivo de Octavio Romero.
Para los que lo han olvidado, el 28 de mayo de 2007, el Itinerario
Político se tituló de la siguiente manera: “¡Que se hunda Pemex!”.
Era la reproducción de una discusión que sostuvieron el entonces
líder del PRD, AMLO, y senadores de su partido, en el primer año de la
gestión presidencial de Felipe Calderón.
Los senadores le propusieron a López el rescate de Pemex, a lo que
Obrador respondió colérico: “¡no… no me importa que se hunda Pemex…
si se tiene que hundir, que se hunda, si tenemos que quemar pozos, los
quemamos… pero nada que ayude al “espurio” … a Pemex lo vamos a
arreglar cuando lleguemos a la Presidencia”. (FIN DE LA CITA)
Hoy Pemex está en quiebra, saqueado y será una de las mayores
cargas económicas para el gobierno que viene, sea del color o del partido
que se quiera.
Por eso, López Obrador y Octavio Romero buscan chivos
expiatorios.
Lo que no saben es que ya muy pocos les creen.
Al tiempo.