Un vecino distante, desconfiado y colérico nos vigila
El eslogan de “¡prensa vendida!” era un clásico de los críticos del viejo PRI, de los años 60 y 70 del siglo pasado.
En todas las movilizaciones ciudadanas y estudiantiles de 1968 y 1971, era no solo un grito de condena por la censura oficial, sino una exigencia para recuperar libertades y derechos fundamentales en los medios, como la libertad de expresión y el derecho a la información.
Y es que, en el México de la segunda mitad del siglo pasado, no existían las libertades de prensa y de expresión y la censura oficial era la norma impuesta desde el poder, sea en periódicos, sea en las jóvenes frecuencias de radio y televisión.
Sin embargo, luego del desastre de gobiernos populistas como los de Echeverría y López Portillo, los opositores de la época provocaron un “salto cuántico” en materia de libertad de prensa y de expresión, que en buena parte se convirtió en el basamento de la democracia mexicana.
Así, por ejemplo, en la contienda presidencial de 1988, figuras icónicas como el desaparecido Manuel Clohutier, movilizaron a importantes sectores sociales contra los medios aliados del viejo PRI, al extremo de que consiguió que periódicos, frecuencias de radio y de televisión se abrieran a la opinión opositora y ciudadanas.
Y gracias a esa naciente apertura y pluralidad de medios detonó la contienda presidencial más competida hasta entonces, al extremo de que, por primera ocasión en la historia mexicana, existió la posibilidad de que el PRI fuera derrotado en las urnas.
Por eso, frente a la eventual derrota electoral en 1988, el PRI debió recurrir a lo de siempre: un fraude electoral orquestado por Manuel Bartlett, para imponer en la presidencia al mítico Carlos Salinas.
Y también gracias a esa apertura mediática ya nada fue igual y, desde entonces, en México se sembró la semilla de las libertades básicas para el florecimiento de la democracia.
Y es que, con la pluralidad mediática y con el rescate del derecho de prensa y la libertad de expresión, fue posible el acceso de los opositores –del PAN y del PRD–, al poder, lo que al final provocó la alternancia en el poder.
Incluso, décadas después, y gracias a esa pluralidad mediática y a los periodistas libres y críticos, llegaron al poder adefesios de la política como el partido Morena y su dueño, López Obrador.
Lo cuestionable es que hoy, a pesar de que AMLO llegó al poder gracias a la democracia, López y toda su pandilla mafiosa hacen todo por debilitar la democracia y por llevar al país a los tiempos pre-civiles; al control total de los medios, a la persecución de críticos y opositores, a la censura desde el poder y, en especial, a la cancelación de la libertad de expresión.
Por eso hoy están sometidos y/o vendidos a la bota dictatorial, la mayoría de los diarios de todo el país, muchas plataformas digitales y –sobre todo–, casi todas las frecuencias de radio y televisión privadas y públicas.
Y es que, con el cuento del “cambio” y “la transformación”, López Obrador, su partido y su pandilla mafiosa no solo se han propuesto reeditar la vieja hegemonía del PRI en los próximos 50 años, bajo el disfraz de Morena, sino que ya regresaron a los tiempos de la “prensa vendida”.
Por eso hoy, López Obrador impone todo aquello que implantó el viejo PRI para mantenerse en el poder por más de 70 años.
Es decir, cancelar las libertades básicas, someter a los medios, imponer una verdad oficial, ordenar el despido de críticos y colonizar a diarios, además de capturar a las concesionadas frecuencias de radio y televisión.
En pocas palabras, por decreto se impone la censura; por decreto se somete a los medios; por decreto se persigue a los periodistas y por decreto se cancela la libertad de expresión.
Y el mejor ejemplo es que, desde Palacio, López le impuso al Grupo Fórmula, al ex ministro Arturo Saldívar, quien será otro de los propagandistas en el programa estelar de noticias, conducido por Ciro Gómez Leyva.
Otro propagandista de López, a pesar de que actualmente también participa en ese noticiero Epigmenio Ibarra, un defensor a ultranza del indefendible gobierno fallido de López Obrador.
Sí, se sumará a uno de los informativos más escuchados, –el de Gómez Leyva–, el mayor propagandista de la candidata presidencial del oficialismo, lo que confirma que desde el poder presidencial se mueven los hilos para comprar, someter y colonizar a los medios.
Sí, hemos regresado a los tiempos de la “¡prensa vendida!”
Al tiempo.