Un vecino distante, desconfiado y colérico nos vigila
Resultaría cómico, de no ser porque se trata de una tragedia. Sí, una paradoja que retrata, de cuerpo completo, al mandatario mexicano.
Se trata de la caricatura de un presidente que se ve a sí mismo como el jefe de las dictaduras latinoamericanas, cuando al mismo tiempo el país repudia su ineficacia y sus delirios de poder absoluto
Sí, al tiempo que López Obrador se reunió con algunos de los peores dictadores del Continente, miles de mexicanos repudiaron en las calles de todo el país el golpe de Estado que desde Palacio lanzó el tabasqueño contra el Poder Judicial; último dique para contener la implacable dictadura mexicana.
Dicho de otro modo, resulta que mientras AMLO convoca a México a algunos de los peores dictadores latinoamericanos, lanza el ataque final para destruir al Poder Judicial, lo que busca consolidar su dictadura.
Pero más allá de la paradoja y de la caricatura en que se ha convertido el mandatario mexicano, en el fondo asistimos a la reedición de una añeja perversión política del líder social que hoy despacha en Palacio.
Y es que, en efecto, cuando el jefe del Ejecutivo –junto con el Poder Legislativo–, diseñó la desaparición de los fideicomisos del Poder Judicial, en realidad acudió a una vieja práctica con fines político electorales.
¿Y cuál es esa práctica?
Se trata de una rentable estratagema que consiste en la cultura del robo a campo abierto, mediante la construcción y/o destrucción de tal o cual fideicomiso, con fines altruistas y que, al final, sólo sirven para comprar votos.
Es decir, se exalta una causa social dizque para ayuda al pueblo pero que, en los hechos, no es más que un despojo de los ahorros del propio pueblo, para convertir el dinero en una vulgar, pero eficiente compra de votos.
Hoy, ese es el modus operandi del despojo que intenta López Obrador contra el Poder Judicial, al ordenar a sus lacayos del Poder Legislativo desaparecer 13 fideicomisos que valen 15 mil millones de pesos.
Y la retórica mentirosa del presidente que vive en un Palacio, a todo lujo, dice que se trata de acabar con los privilegios del Poder Judicial y que los 15 mil millones de pesos serán utilizados para entregar becas al pueblo.
Lo cierto es que se trata del “cochinito” que intenta “engordar” el presidente, con dinero robado al Poder Judicial, para la campaña de la señora Claudia Sheinbaum, como también lo denuncio la propia candidata del Frente Amplio, Xóchitl Gálvez.
Y si dudan de que la construcción y/o destrucción de fideicomisos siempre se ha utilizado para comprar votos, vale recordar que luego del terremoto del 19 de septiembre de 2017, López Obrador, Mario Delgado y otros pillos de Morena, anunciaron la creación de un fideicomiso que sería utilizado para ayudar a los damnificados del sismo de esa fecha.
El fideicomiso recaudó poco más de 50 millones de pesos, los cuales fueron desviados en su totalidad, para la compra de votos en la elección presidencial del 2018, que llevó al poder a AMLO. Es decir, que ni un solo peso fue entregado a los damnificados; perversión política sin nombre.
Y el robo fue tan escandaloso que motivó una sanción del INE al Partido Morena –que ya estaba en el poder–, por un monto de casi 200 millones de pesos, pero luego de una ridícula resolución, al final del 2020, el Tribunal Electoral desechó la sanción y no pasó nada. Nadie fue castigado.
Pero no es todo, en el Itinerario Político del 1 de octubre del 2020, titulado: “¡Para comprar votos, matan fideicomisos!”, denuncie que la extinción de un centenar de fideicomisos, ordenada por AMLO, no era más que robar el dinero para comprar votos en la elección del 2021.
Así lo documenté: “La paradoja resulta insultante y grosera, si no es que una obscenidad política. ¿Por qué?
“Porque muchos de los mexicanos que se beneficiaban de los más de cien fideicomisos que hoy podrían morir, votaron por el candidato López Obrador, en julio de 2018.
“¿Y eso que tiene de particular?
“Poca cosa, que el dinero que les quitarán a las mejor causas de México y a muchos de los mejores mexicanos –científicos, investigadores, especialistas, expertos, creadores, médicos, cineastas, escritores y programas de atención a enfermos extremos–, será destinado a la compra de votos, entre los mexicanos más pobres.
“Dicho de otro modo, resulta que el gobierno de López Obrador despide a miles de mexicanos de excelencia, para comprar –con el mismo dinero de los fideicomisos–, miles de votos que le costarán un plato de lentejas.
“Así se conseguirá la milagrosa multiplicación de los pobres y la multiplicación de los votos, en todos los gobiernos clientelares de Morena.
“Y aquí empiezan las preguntas obligadas. ¿Qué no era una prioridad sacar de su postración a los pobres? ¿Qué no eran una perversa maldad los gobiernos clientelares y populistas?
“Lo peor del caso es que muchos de los que serán despedidos a partir de hoy –una vez cancelados los fideicomisos–, prefieren guardan silencio de complicidad, ante la destrucción de una parte de lo mejor de México.
“Y es que hoy, jueves 1 de octubre del 2020, la mayoría de la Cámara de Diputados –una mayoría de lealtad ciega al presidente–, podría poner fin a más de un centenar de fideicomisos que estimulan la ciencia, la educación, a los creadores, las bellas artes y programas especiales de salud.
“En pocas palabras, buena parte de lo mejor de México ya no tendrá el financiamiento del Estado para seguir creando, investigando, desarrollando tecnologías, nuevos desarrollos médicos; no habrá nuevas generaciones de escritores y científicos… porque el dinero que el Estado canalizaba a esos mexicanos será destinado a los programas sociales –clientelares–, de Morena; a la compra de votos, a cambio de migajas.
“Peor aún, miles de mexicanos que recibían atención especializada para revertir o paliar padecimientos de distintos tipos de cáncer, enfermedades cardiovasculares, renales, pulmonares y muchas más, serán abandonados a su suerte –a la muerte–, porque el dinero de la salud será destinado a comprar el voto, de los más pobres.
“Lo cierto es que al cancelar más de un centenar de fideicomisos –de todo tipo–, se confirma el perverso “ciclo político electoral” del gobierno de López Obrador; el ciclo de multiplicar a los pobres, para multiplicar los votos a favor de Morena; empobrecer más a los mexicanos pobres, para empobrecer el costo de los votos.
“Y mientras tanto, los diputados de Morena y sus aliados confirman que lo suyo, lo verdaderamente suyo, es “la lealtad ciega” al “amado líder”. Es decir, Morena y sus aliados traicionan a los votantes, a los ciudadanos en general; traicionan a la división de poderes y traicionan la democracia toda.
“¿Qué no era esa “lealtad ciega” una de las “peores taras” del viejo PRI, que con severidad criticaba la también vieja izquierda mexicana?
“Sí, son de risa loca; de viejos, en Morena son todo aquello que criticaron a los 20. Al tiempo”. (FIN DE LA CITA)
Hoy, y al final de cuentas, nadie puede llamarse a sorpresa.
¿Por qué?
Porque siempre estuvo, a los ojos de todos, una de las más despreciables perversiones política de López Obrador, la de construir o destruir fideicomisos, con fines político electorales.
¿Ahora si abrirán los ojos?
Al tiempo.