Líneas Quadratín
Ya llegó a Palacio el olor de la derrota.
Y el primero en percibirlo es el “el rey de Palacio”, como ya motejan muchos ciudadanos a López Obrador.
Por eso, el pasado lunes 12 de abril, el propio presidente dijo, palabras más, palabras menos, que, si los opositores le arrebatan a su partido la mayoría en la Cámara de Diputados, no le podrán imponer el presupuesto al presidente.
¿Por qué?
Porque según López, el Ejecutivo Federal tiene la facultad de vetar el presupuesto que aprueben los legisladores.
Es decir, Obrador confirma su talante dictatorial y reafirma que sólo busca el control del presupuesto para el manejo clientelar; para regalar dinero a cambio de popularidad, de votos, de aplausos y, sobre todo, para avanzar en su dictadura.
Así lo dijo, de manera textual… “no hay ningún problema si nuestros opositores ganan, si el pueblo así lo decide… y hasta dicen que si tienen mayoría en el Congreso nos van a quitar el presupuesto, pero no está tan fácil; (sic) namás les recuerdo que el Ejecutivo tiene la facultad de veto y es una facultad legal…”.
Como queda claro, López Obrador no sólo pretende “curarse en salud” con esa declaración –lo que confirma que el tufo de la derrota electoral del próximo 6 de junio ya llegó a Palacio y, sobre todo, lo olfatea el presidente–, sino que López amenaza con imponer su “santa voluntad”, a pesar de lo que digan los contrapesos.
Y es que, en el fondo, la advertencia de Obrador va mucho mas lejos.
¿Por qué?
Porque detrás del temor real a la derrota, en realidad el mandatario vuelve a meter las manos, de manera ilegal, en el proceso electoral del próximo 6 de junio.
Y es que, nos guste o no, el mensaje que manda López es de una potente fuerza electoral.
Les dice a los electores, entre líneas, que votar contra Morena es votar contra los programas sociales, contra el regalo de dinero, contra la dádiva clientelar y electorera
Pero lo que López no le dice a su clientela es que de seguir la ruta del populismo y de continuar la debacle económica, el problema no será la mayoría opositora en el Congreso –específicamente en la Cámara de Diputados–, sino que no habrá dinero y no existirá recaudación capaz de soportar el regalar de recursos públicos a los millones de clientes de AMLO.
Por lo pronto, mientras llega el momento de “los bolsillos vacíos”, el dictador López Obrador y sus lacayos en el Senado de la República –sobre todo ese mal mexicano llamado Ricardo Monrreal–, preparan un paso decisivo para la consolidación de la dictadura de AMLO.
En efecto, mientras que el gobierno de Obrador distrae la atención pública con sus “fusilamientos mañaneros”; mientras pelea con Carlos Loret, mientras distrae con el logotipo del aeropuerto, mientras “deshoja la margarita” para decidir si se vacuna o no, sus estrategas preparan las armas con las que defenderá su dictadura.
¿Y cuáles son esas armas?
Poca cosa.
A partir de las próximas horas, la mayoría de Morena y sus aliados en el Senado de la República aprobarán una iniciativa de Ley que obligará a los usuarios de la telefonía celular –a todos los mexicanos–, a entregar sus datos biométricos al gobierno.
Es decir, que todo aquel usuario de un teléfono celular –todos los mexicanos–, deberá entregar toda la información personal al gobierno de AMLO, incluidas las huellas digitales.
¿Y eso para qué?
Para que la dictadura de Obrador –igual que hacen las dictaduras cubana y venezolana, entre otras–, tengan el control de la vida de las personas.
Y claro, de lo que se trata es de tener el control de los datos personales de todos los mexicanos para perseguir a los opositores, a los críticos y a los disidentes.
¿Era o no López Obrador un peligro para México y los mexicanos?
Al tiempo.