Un vecino distante, desconfiado y colérico nos vigila
El arrebato de Silvano Aureoles coincide con la postura pensada de Dante Delgado, ir solos a la elección de 2024. En el PRI y el PAN también había quien creía que era mejor ir solos que mal acompañados. Hay razones de historia, pero también hay fuertes consideraciones para desechar la idea. Por elemental aritmética, la minoría mayor ganaría en caso de dispersión del voto, todavía más si va en coalición con otras minorías menores. A Morena y a López Obrador les conviene una oposición dividida, igual que en el pasado con PRI como partido dominante; razón por la que el presidente anima a MC ir solos en la próxima elección.
Al régimen pasado lo quebró la alianza PAN y PRD. Triunfos significativos en la elección de gobernadores al cierre del siglo pasado. Nayarit, Chiapas y Tlaxcala mostraron que la coalición era eficaz para la alternancia. Los acuerdos en la Cámara de Diputados presidida por Porfirio Muñoz Ledo contribuyeron también.
Aureoles y Dante, si excluimos la hipótesis de connivencia con Morena, reviven la idea purista de proyecto propio, esto es, andar en la política con claridad de rumbo, aunque no sean muchos los que acompañan y, eventualmente, tampoco los votos. Aureoles nunca ha sido un estratega, ni siquiera una figura relevante en el debate público a pesar de haber sido gobernador de Michoacán, uno de los estados más importantes. El caso de Dante es distinto.
La idea que ha interiorizado Dante es que la oposición está deteriorada en extremo y, por lo mismo, sin futuro alguno. Ir solos es marcar distancia a lo descompuesto y no tiene remedio. Se cree, sin razón válida, que MC está al margen; es decir, que el desprestigio del sistema de partidos no le alcanza. Lo cierto es que los mayores éxitos electorales no se acreditan al partido como tal, sino a sus candidatos; en el caso de Jalisco por el talento y la persistencia de Enrique Alfaro y los suyos y en NL por la coyuntura, particularmente la fragmentación del voto permitió que Samuel García ganara la elección con 37% de los votos. Llama la atención que Colosio no excluya la coalición, idea que convence más si Xóchitl Gálvez es la candidata del Frente.
Los partidos pequeños buscan sobrevivir y crecer. La coalición sirve para ganar la elección, no garantiza que el partido se vea fortalecido. Se gana el cargo, pero la coalición se agota en el momento electoral no alcanza al gobierno. Además, en la elección se puede desdibujar el proyecto partidista a partir de la identidad del candidato y del peso del partido asociado mayor. El PES y el PT no obtuvieron 3% de los votos en 2018, a pesar del éxito arrollador de AMLO y Morena.
En el cálculo de los partidos no puede desdeñarse un eventual triunfo de Morena en la elección presidencial ni que pudiera alcanzar mayoría calificada en el Congreso. Además de la embestida contra el régimen democrático y republicano federalista y de división de poderes, debe quedar claro que el llamado plan A de López Obrador significaba la exclusión de la pluralidad del Congreso, con la consecuente sobrerrepresentación de las minorías mayores; en sus efectos, el regreso al sistema previo a la reforma política.
En breve, para los partidos, particularmente para los pequeños, canasto en el que debe incluirse cualquier organización debajo de 20% de los votos -el mismo PRI-, la propuesta del presidente de reformar radicalmente la integración de las Cámaras federales y los congresos locales significaría ver disminuida su presencia parlamentaria, eventualmente, su desaparición. La representación proporcional por entidad excluye; lo debido es la representación proporcional nacional.
De por medio está la defensa del sistema democrático, que habrá de darse en el Congreso, particularmente en la Cámara de Diputados. El sistema mixto de representación, (300 por simple mayoría y 200 por representación proporcional) significa que la batalla fundamental se traslade al territorio en la disputa en los distritos del país. Nuevamente, es cuestión de aritmética. Una minoría mayor, ganaría casi todos si los demás van por su cuenta.
Ir solos significa, en el contexto de la próxima elección, dar la espalda a la defensa del sistema democrático y jugar el triste papel de tonto útil de la propuesta autoritaria. Tan simple como eso.