Libros de ayer y hoy
Indicador Político
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Aunque se esperaba un reajuste de tendencias electorales dominantes de Morena al acercarse el día de las votaciones, las tres últimas semanas previas al 6 de junio están sorprendiendo por varios hechos:
– El rebote del PRI a través de su alianza con el PAN
– El deterioro del PAN por un castigo electoral de su base electoral tradicional.
– La virtual desaparición del PRD por la distribución de votantes en el PRI y Morena.
– La lucha de tribus y facciones en Morena por la inequitativa distribución de cargos.
– La disminución del liderazgo del presidente López Obrador en Morena y la pérdida de votos útiles de 2018.
Los últimos diez días de campaña podrían acentuar la pérdida de expectativas de Morena en cinco gubernaturas que aparecían ganadas, el cambio del sentido del voto en alrededor de cinco alcaldías de Ciudad de México y mengua en la bolsa de sufragios legislativos para quedar por debajo de la línea de flotación de 50%.
Las elecciones de medio sexenio no esperaban una reactivación de la oposición. Pero la polarización política como estrategia presidencial tuvo un efecto colateral no esperado: un realineamiento del voto útil progresista de 2018 que ya no tendrá Morena, un hecho no extraño porque les ha ocurrido a todos los candidatos opositores que sorprenden en las elecciones presidenciales y se desinflan en las legislativas.
La polarización exige un análisis confrontativo. El presidente de la república buscó la polarización para diferenciarse del PAN, del PRI y del PRD, pero algunas decisiones fueron leídas por votantes como conductas excluyentes. Y ahí se presentó el dilema: votar contra AMLO pagando el costo de hacerlo –“tapándose las narices”– por el PAN y el PRI que en nada han cambiado su pasado corrupto e ineficiente y que sólo sumarían sufragios por el sólo hecho de estar contra Morena; o votar por Morena sin proyecto y con los mismos vicios del PAN y del PRI, pero para no darle sufragios a estos dos partidos por su pasivo social.
La polarización ha podido lavar pasados recientes, aunque dejando para el análisis una situación social frágil: los votos por el PAN-PRI serán para el viejo modelo que ha sido repudiado desde 1988. El mensaje es para Morena: de haberse construido como verdadero partido político, en los hechos hubiera podido mantener la lealtad de los votos útiles de 2018.
No hay análisis científicos, pero se puede calcular que el 50% de los 30 millones de votos por López Obrador en 2018 fue de sus leales a toda prueba; los otros 15 fueron votos flotantes, útiles y provocadores de nuevos equilibrios. Las encuestas estarían revelando hoy que Morena-AMLO habría perdido el 25% de los votos de 2018, suficientes para quitarle la mayoría absoluta legislativa y para disminuir sus expectativas de gobernadores.
La redistribución del poder que se presente el 6 de junio tampoco será inamovible para 2024; Morena, López Obrador y PRI-PAN tendrán que operar sobre la realidad en la segunda mitad del sexenio para tratar de conservar sus bases y volver a replantear los votos de oportunidad y útiles. En el 2024 López Obrador no estará en la boleta y su sucesor tendrá que lidiar con la figura del presidente saliente y con su propia biografía política. Y del lado opositor hasta ahora no se perciben figuras con peso y fuerza suficiente como para lidiar con la base electoral, social y de lealtad de Morena y el presidente López Obrador.
La importancia de las elecciones del próximo 6 de junio radicará en la base política que fijen de cara a las presidenciales de 2024. Morena tendrá que lidiar todavía con la posibilidad de la votación de revocación de mandato, no tanto porque haya el riesgo de perderla, pero sí se corre el desafío de percibir el tamaño de la base electoral opositora al presidente López Obrador, a su partido y a su legado que será decisivo en las presidenciales de 2024.
En el ambiente quedarían tres hechos:
– Morena no supo construirse como opción.
– La oposición depende del sentimiento anti AMLO.
– La pérdida de expectativas de morena en estas elecciones van a pesar en las presidenciales de 2024.
Política para dummies: La política es una guerra de posiciones.
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