Líneas Quadratín
La confrontación del INE de Lorenzo Córdova Vianello contra el modelo político de presidencia unitaria de López Obrador debe salirse de los dimes y diretes de coyuntura y centrarse en la esencia del conflicto: la consolidación del Estado autónomo salinista vis a vis la reconstrucción del Estado como la suma de la sociedad civil y la sociedad política.
De manera paradójica, la autonomía del INE que pelea el consejero presidente no es otra que la construcción de un poder electoral autónomo como cuarto poder nacional, como existe en la Venezuela chavista-madurista. Este modelo fue articulado por la alianza entre el neoliberalismo salinista y el progresismo no comunista –un centro-izquierda aguado— de José Woldenberg y la revista Nexos para evitar la creación de una autoridad electoral independiente en su totalidad.
En este sentido, el IFE-INE no ha constituido nunca una autonomía electoral social, sino que ha estado en manos de una corriente académico-intelectual operada por Salinas-Woldenberg-Nexos. El Instituto ha funcionado como una aduana de intermediación electoral y el grupo intelectual surgido del Instituto de Estudios de la Transición vinculado al perredismo de la izquierda sindicalista de la UNAM, el cual ha asumido de manera autoritaria la definición de la transición democrática mexicana como una fase evolutiva del sistema autoritario del PRI a una democracia liberal definida por el modelo económico de mercado en consonancia directa con el proyecto neoliberal globalizador de Salinas de Gortari en su ciclo 1979-1994.
En términos estrictos, el modelo de funcionamiento de la democracia mexicana se decide en el sistema de partidos y la democracia representativa parlamentaria y las elecciones son solo el camino procedimental para garantizar la asistencia ciudadana de las urnas y el conteo de votos.
Woldenberg y Córdova están tratando de consolidar al INE como una estructura y espacio definición y funcionamiento de la democracia como forma de gobierno, incluyendo decisiones que modifican el equilibrio legislativo y que llegan al determinismo sistémico y de caracterización de régimen.
La disputa Córdova-López Obrador está revelando el jaloneo en el modelo procedimental de definición de consejeros electorales en el 2023 y de la designación del siguiente consejero presidente. Córdova-Woldenberg-Nexos quieren mantener la continuidad del modelo político-ideológico antipopulista –es decir: antilopezobradorista–, en tanto que el presidente de la república quiere restringir las funciones del INE a sus tareas institucionales de organización de elecciones y no en su tarea actual de Ministerio Orwelliano de la Democracia.
Córdoba-Woldenberg-Nexos tienen el control actual del INE y su capacidad política y presupuestal para producir ideología con discursos, seminarios, conferencias, declaraciones y libros contrarios a la percepción salinista del populismo malévolo que está destruyendo la contrarrevolución neoliberal 1979-2018. El Estado autónomo salinista en materia electoral se presenta como el modelo Córdova, en tanto que el Estado lopezobradorista como representación de la sociedad quiere ser alejado de espacios políticos que pueden determinar enfoques económico-productivos.
El INE ha sido convertido en un brazo operativo del Instituto de la Transición Democrática que grupos del sindicalismo universitario fundaron para apropiarse del discurso de la reorganización política del sistema después de la larga crisis de sistema/régimen/Estado de 1968-1988. El presidente Salinas de Gortari creó el INE no para liberar la organización de elecciones del control del gobierno, sino para construir una aduana de intermediación elitista en un consistorio de once consejeros que determinan decisiones de procedimiento electoral. El consejo electoral quiere ser el Olimpo de la democracia mexicana, destruyendo el sistema representativo parlamentario.
En síntesis, Córdova representa el modelo electoral del neoliberalismo salinista y López Obrador quiere un sistema electoral simple.
Política para dummies: La política tiene su campo de batalla en la competencia de fuerzas políticas y no en la burocracia dorada electoral.
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