Un vecino distante, desconfiado y colérico nos vigila
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Por Carlos Ramírez
Tan dado a las efemérides históricas, los gobiernos mexicanos han guardado silencio como momias de una de las fechas más nefastas de la historia nacional: el 2 de febrero de 1848 en que se firmó el Tratado de Guadalupe Hidalgo que legalizó el despojo como botín de guerra de más de la mitad del territorio mexicano después de la invasión de Estados Unidos.
En marzo de 2017, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano y el abogado Guillermo Hamdan presentaron una propuesta de demanda legal para buscar la nulidad del Tratado de 1848, pero el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto no le dio cauce a la solicitud de interponerla ante la Corte Internacional de Justicia en contra del Gobierno estadounidense.
En el contexto de esa propuesta de Cárdenas, el historiador Enrique Krauze publicó el 6 de abril de 2017 un artículo en el The New York Times para señalar que el presidente Donald Trump había abierto “una herida dolorosa” y dijo que habría que comenzar la recuperación de la parte despojada de México por el lado de la memoria.
El pasado 2 de febrero se cumplieron 175 años de la firma del Tratado de Guadalupe Hidalgo. El problema más grave de la memoria a la que se refería Krauze se localizó en la estrategia del presidente Miguel de la Madrid Hurtado en 1986-1988, como parte del posicionamiento sucesorio de Carlos Salinas de Gortari y su propuesta de Tratado de Comercio libre con Estados Unidos, cuando avaló los resultados del informe El desafío de la interdependencia: México y Estados Unidos, redactado por la Comisión sobre el Futuro de Relaciones México-EU con carácter oficial. Esta comisión y su reporte publicado por el Fondo de Cultura Económica buscó encontrar el camino para diluir el peso del conflicto histórico de 1848 en la memoria política de México y con ello poder iniciar los acercamientos para subordinar la economía mexicana a las necesidades de la estadounidense.
Del lado mexicano, la Comisión estuvo formada por Héctor Aguilar Camín (director de la revista Nexos), el empresario Gilberto Borja, el diputado priista Juan José Bremer, el empresario Fernando Canales Clariond, la senadora Socorro Díaz, el banquero público Ernesto Fernández Hurtado, el escritor Carlos Fuentes, el senador Hugo B. Margáin, el académico Mario Ojeda y Rosario Green como directora del Instituto Matías Romero de la Cancillería y secretaria de Relaciones Exteriores del Gobierno de Ernesto Zedillo 1994-2000.
Del lado mexicano, la Comisión tenía un objetivo: encontrar la forma de borrar de la memoria histórica la guerra de 1848 y el despojo de la mitad del territorio, bajo el criterio de que había que modificar “los estereotipos culturales que empañan el entendimiento entre ambas sociedades«. La Comisión diluyó el conflicto histórico en una retórica entreguista: “aunque Estados Unidos recibe un tratamiento equilibrado en el libro de texto gratuito para la primaria que produce distribuye la SEP, los textos que se utilizan en secundaria son comerciales y frecuentemente contienen errores objetivos e imágenes unidimensionales de Estados Unidos”.
Como crítica, la Comisión reconoció errores en diseño de programas “que se ocupen especialmente de Estados Unidos, aunque la guerra de 1846-1848 y otros episodios en los que ha habido interacción con ese país, son cubiertos de manera breve y objetiva en el libro de texto gratuito”. Para corregir estas irregularidades, la Comisión recomendó la incorporación de unidad especial sobre los vecinos de México para el libro de Ciencias sociales de sexto año de primaria, pero además propuso “la revisión de los libros de texto de historia que se utilizan en la escuela secundaria para que se incorporen materiales más precisos sobre Estados Unidos” y sugirió también influir en el contenido de libros de editoriales privadas.
En la fundamentación sobre la naturaleza de la relación bilateral, La Comisión se refirió al conflicto del siglo XIX y señaló que la guerra de Texas fue uno de los primeros “incidentes” cuando en realidad fue una estrategia para despojar a México de esa zona. Eso sí, reconoció de manera tibia que Estados Unidos se “apoderó” de territorios que resultarían extraordinariamente prósperos.
La Comisión bilateral de la Madrid-Salinas de Gortari buscó modificar la percepción histórica de la conciencia mexicana sobre el despojo estadounidense de 1848 de tal manera que se pudiera dar vuelta a la hoja a los conflictos para iniciar una nueva etapa que estaría significada por la integración comercial. De ahí la propuesta de que se modificara la conceptualización del despojo por el del nuevo entendimiento.
El informe de la Comisión y el Tratado de Comercio Libre eludieron la revisión mexicana del despojo de 1848. Y ya pasaron 175 años de desmemoria mexicana.
Política para dummies: La política memoria viva y candente.
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