Un vecino distante, desconfiado y colérico nos vigila
Por Carlos Ramírez
En el fondo de la polémica actuación del senador morenista Ricardo Monreal Avila se localiza el punto sensible que define su propuesta de pre-precandidato: su biografía política al lado de López Obrador no le alcanza para reproducir el fenómeno lopezobradorista que comenzó desde una lucha individual en Tabasco y terminó ganando la presidencia de la República.
El principal error político de Monreal fue explicar una candidatura opositora sin salirse de Morena y sin romper con el proyecto del presidente López Obrador, porque la coalición opositora Va Por Mexico –PRI, PAN y el Partido de Los Chuchos (PDLCh)— lo hubieran puesto a consideración solo como una figura rupturista dentro del movimiento morenista.
Además, el senador zacatecano no supo leer los escenarios políticos de la oposición: el PAN nunca le daría la candidatura presidencial a un morenista-lopezobradorista, el PRI tiene figuras que están tomando en serio su competencia por la candidatura y no permitirían el regreso de quien se fue insultando al partido y el PDLCh ni siquiera es partido y demasiado tribal para alquilar candidato.
El escenario de Monreal se redujo a su mínima expresión: o encontrar un partido similar al PARM de 1987 que le dio la candidatura presidencial a Cuauhtémoc Cárdenas y derivó en el poderoso Frente Democrático Nacional o desfondar un poco a Morena y crear un nuevo partido o movimiento como lo hizo López Obrador después del fracaso electoral del 2012 cuando el PRD de Los Chuchos se postró ante el Pacto por México de Peña Nieto siguiendo el consejo del priista José Murat Casab. El único partido que pudiera ser el PARM de Monreal sería Movimiento Ciudadano, pero su propietario Dante Delgado Rannauro tiene otros propósitos que van más allá de la apuesta que significaría regalarle su registro a Monreal.
En términos políticos, Monreal se queda en Morena, pero con sus maletas hechas para irse en cualquier momento que encuentre una oportunidad; en realidad, el líder senatorial no se quiere quedar sin una posición de poder y los recursos económicos que representa porque carece de los fondos necesarios para impulsar una candidatura por esfuerzo propio.
Pero el problema de Monreal es bastante serio: necesitado de construir una personalidad propia, ha ido quemando sus naves morenistas y se ha ido confrontando con la estructura del partido, lo que le cierra desde ahora las puertas a cualquier posibilidad, por mínima que sea, de ser candidato presidencial por Morena, incluyendo el hecho de que sus críticas a Morena y a la precandidata preferida Claudia Sheinbaum Pardo le estaría cerrando las puertas a una salida de emergencia que está cuando menos en el escenario político: repetir como senador y líder del Senado por Morena o la candidatura morenista a la Jefatura de gobierno de Ciudad de México en 2024.
Así que Monreal se encuentra en el peor de los mundos posibles: no tener espacio en la oposición por ser morenista-lopezobradorista, pero cerrar sus puertas dentro de Morena por sus críticas a sus compañeros de sector y de partido y por su falta de espíritu disciplinado dentro del morenismo.
Lo malo para Montreal es que ha hecho concesiones a los sectores duros de la oposición para buscar congraciarse con ellos, cómo fue el pacto político con el diputado panista Santiago Creel Miranda –principal precandidato presidencial del PAN– para recorrer ambos los 32 estados de la República promoviendo el discurso de la reconciliación como el eje de una propuesta política central panista con la alianza ahora con un prestigiado y alto mando morenista, es decir, entrándole al juego del PAN en contra de López Obrador.
La declaración de Monreal de que se queda dentro de Morena a su regreso de España y después de haber suscrito el pacto con el PAN y Creel fue producto de su decisión de quemar sus naves para vender la imagen de que era un hombre libre, pero su permanencia en Morena en realidad significó una derrota de su estrategia política de jugar con las expectativas de la oposición.
Monreal se queda en Morena, pero en realidad ya perdió su capacidad de representación política y se convirtió en una especie de tolerado –como los taxistas irregulares en Ciudad de México—y, lo peor de todo, obligado por las circunstancias y las oportunidades mínimas de someterse a las negociaciones legislativas en la Cámara alta a favor de iniciativas lopezobradoristas con las que no está de acuerdo.
Lo único que puede salvar a Monreal es romper de inmediato con Morena e iniciar un camino propio.
Política para dummies: La política es la guerra por otros medios.
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