Un vecino distante, desconfiado y colérico nos vigila
Por Carlos Ramírez
Los que alguna vez fueron priistas no alcanzan todavía a dimensionar su condición de contrincantes. Luego de que el presidente López Obrador, con habilidad lúdica, se apropió de la agenda sucesoria de la oposición, dos expriistas respondieron conmovidos con un “gracias, señor presidente” –como si fuera su líder político—a su inclusión en la lista de precandidatos opositores que se dio a conocer en Palacio Nacional.
Demetrio Sodi y José Ángel Gurría Treviño de veras estaban emocionados por ver mencionado su nombre entre la lista de ¡42! opositores a los que López Obrador les dio la bendición como precandidatos presidenciales de la oposición a Morena; Sodi escribió en su espacio en El Economista: “gracias señor presidente” y Gurría, con todo y su experiencia de movilidad en los escenarios internacionales de los lobos de la economía y las finanzas mundiales, entornó a los ojos bajó la cabeza y dijo, mustio: “lo considero un honor”.
Lo que no entendieron estos experimentados políticos y funcionarios fue que el presidente López Obrador, en una maquiavélica jugada política maestra, le quitó al empresario ultraderechista Claudio X, González el control de procesos de designación de candidatos presidenciales de todos los partidos de oposición.
Después de la traición del PRI a la alianza Va por México, el Señor X. movió sus hilos de poder económico para construir ooootra alianza opositora con otros grupos cívicos formados por políticos destripados de sus propios partidos y de manera inmediata presentar el bloque Unid@s. Solo que una declaración presidencial en la mañana era del jueves le redujo su capacidad de maniobra porque los políticos responden a sus instintos políticos.
Luego de haber terminado un largo ciclo en la dirección del poderoso grupo OCDE –organización para la cooperación y desarrollo económico–, uno de los más importantes clubes de los ricos mundiales que dictan los lineamientos para la vigencia del proyecto neoliberal mundial, Gurría volteó los ojos a México y anunció su regreso y reincorporación a la vida nacional.
Pero a pesar de toda la experiencia en las relaciones de poder en los pasillos del mundo del dinero, Gurría sigue siendo un político muy ingenuo. Gurría era la primera opción del presidente Zedillo para la sucesión presidencial del 2000, solo que Zedillo cometió el error político de minimizar al PRI y sus decisiones y la XVII Asamblea Nacional le puso candados a la candidatura presidencial con la exigencia de un cargo de elección popular previo; Gurria y el otro precandidato zedillista Guillermo Ortiz Martínez no tenían ni se preocuparon por tenerlo porque ambos se prefiguraban como validos de la corte neoliberal salinista-zedillista.
El jueves mismo en que López Obrador lo destapó como pre a la 42 potencia, Gurría tenía muy claro de que sí quiere ser candidato del PRI y desde luego de la oposición, por lo que su sorpresa no fue más que una muestra de la hipocresía típica de los priístas. La prueba se encuentra que ayer mismo el PRI círculo la información sobre la realización de la reunión Diálogos por México con la que el PRI pondrá en marcha su proceso interno de designación del candidato presidencial, con un modelo de conferencias magistrales de los principales precandidatos, igual a lo que realizó en 1987 el presidente Miguel de la Madrid para disfrazar el dedazo ya asumido a favor de su preferido Carlos Salinas de Gortari.
Las reuniones serán hoy lunes 17 mañana martes 18 y participaran los, hasta ahora, ocho precandidatos palomeados: Beatriz Paredes Rangel, Idelfonso Guajardo, Alejandro Murat Hinojosa, José Ángel Gurría Treviño, Claudia Ruiz Massieu, Esteban Villegas, Enrique de la Madrid Cordero y Miguel Riquelme; cada precandidato presentará su proyecto de país ante el Consejo de Ancianos y los representantes de todos los sobrevivientes bloques de poder del tricolor.
Sin embargo, la candidatura del PRI no saldrá de este ciclo de conferencias, sino que se cumplirá la regla del juego de que el priista con mayor poder político decidirá la nominación, en esta ocasión serían dos grandes electores: los expresidentes Enrique Peña Nieto y Carlos Salinas de Gortari. Y como para que no hubiera dudas, los ocho pre-precandidatos presidenciales del PRI forman parte de la clase política neoliberal cincelada por Salinas y Zedillo, y entre ellos el más sobresaliente es José Ángel Gurría, cuya aspiración fue frustrada en la sucesión del 2000.
Por lo pronto, con esa habilidad de la que hace gala en sus peores momentos, el presidente López Obrador le aguó al PRI el anuncio del ciclo de conferencias de los precandidatos oficiales del tricolor y la noche misma del jueves la lista prevaleciente era la de Palacio Nacional.
Política para dummies: La política es de quien la trabaja.
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