Un vecino distante, desconfiado y colérico nos vigila
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Por Carlos Ramírez
Si los dos primeros años de cada sexenio son de construcción de un proyecto de poder personal presidencial y los dos siguientes sirven para definir la propuesta del mandatario en turno, los dos últimos son los más delicados porque definen el proyecto del presidente en turno como propuesta de reorganización sistémica o como liderazgo individualista más allá de su periodo sexenal.
El discurso de propuesta presidencial de López Obrador se centralizó en la definición de una Cuarta Transformación de la República, que seguía la periodización histórica oficial de Independencia, Reforma y Revolución. Pero más en el corto plazo, en el de las decisiones reales y viables, el presidente López Obrador pareció aspirar solo a liquidar el proyecto económico-político-social de neoliberalismo de mercado de Miguel de la Madrid y Carlos Salinas de Gortari.
La tarea era, de origen, imposible de cumplir: las revoluciones son producto de la ruptura de las contradicciones sociales y productivas y van de la mano de un discurso ideológico que desdeña los regímenes anteriores. Y a cuatro años de distancia, el proyecto presidencial se quedó en la fase primaria del posneoliberalismo retórico, pero no pudo definir una nueva estructura ni gestionar un nuevo modelo de desarrollo y por lo tanto el sexenio lopezobradorista pasará a la historia como el del intento de regreso a la hegemonía del Estado en la vida nacional que había sido traicionado por los sucesores de Juárez y de la Revolución.
La viabilidad del proyecto del presidente López Obrador no se verá el 30 de septiembre de 2024 cuando entregue la banda presidencial a su sucesor, sino que tendrá que pasar la prueba de la continuidad personal, de proyecto y de equipo. En la historia moderna posrevolucionaria de México, el neoliberalismo salinista como contrarrevolución ideológica, política y de Estado pudo sobrevivir atropellando con severidad al expresidente Salinas para mantener el modelo económico de mercado que contradecía toda la historia posrevolucionaria 1917-2018.
La propuesta lopezobradorista de Cuarta Transformación ha tenido que lidiar a contrapelo con la contrarrevolución neoliberal salinista y el regreso del Estado social ha tenido que pasar por encima del modelo conservador de Estado autónomo que definió Carlos Salinas de Gortari como eje ideológico de su proyecto.
El modelo de gobierno del presidente López Obrador está por atravesar el túnel del tiempo salinista: a lo largo de 15 años, de 1979 a 1994, Salinas construyó un equipo político y un proyecto económico que modificó la estructura legal y constitucional del Estado mexicano y encontró en el Tratado comercial con Estados Unidos el candado para delimitar regresiones. El asesinato del candidato Luis Donaldo Colosio cuando había ya traicionado compromisos con Salinas se superó con la presidencia de Zedillo y luego el control de la política económica con secretarios de Hacienda del bloque neoliberal Hacienda-Banco de México.
El presidente López Obrador llega al inicio de su quinto año de gobierno con dilemas similares a los de Salinas: reformas que dependen de una continuidad personal, de proyecto y de equipo, aunque ahora con el candado del Tratado comercial porque la propuesta de nueva preponderancia del Estado pasa por encima de los compromisos del acuerdo de comercio exterior.
Los conflictos en el proceso de sucesión presidencial para definir al candidato de morena para el sexenio 2024-2030 tienen muchos parecidos con el escenario de Salinas de Gortari en 1993-1994, los dos años finales de su sexenio. En la sucesión salinista siempre estuvo presente el segundo pensamiento de un expresidente fuerte y un candidato presidencial priista débil y subordinado a Salinas. La disputa en la sucesión presidencial en 1993-1994 ocurrió en el contexto de figuras políticas disidentes y de propuestas alternativas de reforma democrática del régimen.
La fuerza y liderazgo del presidente López Obrador es incuestionable y aparece determinante en la ventaja anticipada del candidato oficial de Morena, pero los hilos sueltos de poder podrían interrumpir la continuidad transexenal. Más que Salinas, lo que salvó al salinismo fue la reforma integral y constitucional del Estado y de su partido, hechos que el presidente López Obrador no ha podido consolidar en redefiniciones constitucionales que impidan nuevas contrarreformas.
El presidente López Obrador tiene apenas un año por delante para consolidar reformas legales en estructura del Estado, si es que quiere que su Cuarta Transformación tenga viabilidad –con él o sin él– más allá del 2024.
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