Un vecino distante, desconfiado y colérico nos vigila
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Por Carlos Ramírez
Lo peor que puede ocurrir con los juegos estratégicos del poder está en la lectura unilateral de los hechos y circunstancias, cuando los mensajes codificados pueden tener mayor intensidad que los argumentos literales.
La captura del capo Rafael Caro Quintero por una vieja deuda con la DEA de 1985 ocurrió en un momento clave para México: el anuncio de litigios ante paneles judiciales del Tratado de Comercio Libre con Estados Unidos y Canadá para obligar al repliegue del Gobierno mexicano en su decisión de regresarle preponderancia a la Comisión Federal de Electricidad en la administración de esa parte de la energía.
En política no hay coincidencias. No tarda la prensa estadounidense funcional a los intereses geopolíticos de su país en reanudar las presiones mediáticas contra el director actual de la CFE, pieza clave de la reforma nacionalista y secretario de Gobernación en 1985, Manuel Bartlett Díaz, para abrir un flanco lateral de batalla.
En política, también, hay circunstancias: al margen de la responsabilidad o no de Bartlett en el señalamiento de la DEA en su contra como responsable del secuestro, tortura y asesinato del agente Enrique Camarena Salazar, la captura de Caro Quintero regresa el tiempo político a los tiempos de Bartlett en la Secretaría de Gobernación, aunque ahora es el pivote central en la recuperación de la preponderancia energética del Estado mexicano negando nuevos contratos a empresas estadounidenses y elaborando expedientes de las corrupciones que ocurrieron en la época del presidente Enrique Peña Nieto para entregarle la electricidad a Estados Unidos.
Y aún en el dado caso de que no haya existido ninguna relación directa entre el anuncio de los paneles de litigio en el Tratado y el arresto sorpresivo del capo Caro Quintero que tiene hoy una representación simbólica en los cárteles del narcotráfico, de modo natural comienza a realizarse las incidencias referenciales a la CFE hoy de Bartlett.
A partir de las indagatorias en su tiempo que responsabilizaron a Caro Quintero, Ernesto Fonseca y Miguel Ángel Félix Gallardo del atentado contra que la agente Camarena, al expediente de la DEA le falta cuadrar la responsabilidad política del narcotráfico en la primera mitad de los años ochenta. Hasta ahora se sabe que Caro tenía una credencial válida de la Dirección Federal de seguridad de Gobernación y se aportaron indicios de que el entonces director de la policía política José Antonio Zorrilla Pérez estaba protegiendo a los nacientes cárteles mariguaneros.
De modo natural, el arresto de Caro Quintero a petición de extradición por parte del Gobierno de Estados Unidos llevaría a la entrega del delincuente a investigadores estadounidenses para profundizar las pesquisas sobre la responsabilidad de funcionarios del Estado en el auge del narcotráfico y sobre todo en el caso Camarena. Y cómo se las gastan en los tribunales americanos, bastarán insinuaciones para comenzar a ponerle el dedo a Bartlett y sacarlo de su papel importante en el grupo de respuesta de las demandas en los paneles.
El papel de la DEA en el caso Camarena y en la captura de Caro Quintero ha sido deslizado con muchos mensajes en clave por una nota del periódico The Washington Post, pero sin perder de vista que la DEA forma parte de la Comunidad de Inteligencia del Gobierno de Estados Unidos y responde a directrices directas del director de inteligencia nacional que opera como coordinador de las 17 agencias de seguridad nacional que configuran el aparato de Estado para el espionaje norteamericano.
La decisión para que la DEA proporcionara información al The Washington Post tuvo que haber sido parte de una estrategia de inteligencia y seguridad nacional, aunque, como siempre, acreditándole responsabilidad con desdén a la autonomía relativa de la DEA. No hay datos exactos que prueben que la vicepresidenta Kamala Harris –encargada del área de seguridad nacional fronteriza y responsable también de los servicios de espionaje– hubieran sacado o no el expediente Camarena en el desayuno que tuvo con el presidente López Obrador, pero podrían estarse filtrando ahora suspicacias para vincular el arresto de Caro con los litigios centrados en Bartlett.
Y en el dado caso de que se hubiera tratado de una serie de eventos desafortunados que involucran en Estados Unidos en el arresto de Caro Quintero y el expediente de Gobernación, de todos modos, ha llevado a distraer al Estado mexicano en el blindaje de Bartlett.
Política para dummies: El poder es el instrumento central de la política
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