Líneas Quadratín
3.- Trump 2.0: del discurso a
la realidad, y además pato cojo
WASHINGTON, D.C.- En su segundo camino a la Casa Blanca, el presidente Donald
Trump fue dejando un camino de semillas que pudieran estar conduciendo a objetivos
más racionales que difieren del contenido radical y de ruptura de sus discursos de
campaña. Trump sabe que solo cuenta con un año de poder real, que el mundo
estadounidense no se acaba en México y Canadá y que los bloques de poder
transoceánicos van a querer utilizar sus distracciones continentales para colocarle un
campo geopolítico minado.
La intención final del presidente Trump será la de construir un proyecto de
reconstrucción imperial con un nuevo bloque político de neoconservadores radicales que
nunca aprobaron las complicidades republicanas-demócratas. Asimismo, la configuración
de su gabinete, a diferencia de su primera presidencia, tiene mecanismos de lealtad más
amarrados, pero con figuras que tienen mucho que perder si el proyecto se ajusta en las
improvisaciones trumpistas.
Pero el punto clave es el del tiempo que corre en contra de Trump. Su segundo
período de gobierno es de cuatro años, sin reelección, lo cual quiere decir que se tendrán
que cumplir con las reglas del juego que señalan que todo segundo período tiene dos
bloques de dos años cada uno, el primero para potenciar decisiones clave y no todas y el
segundo para generar los cauces de participación en busca de la candidatura presidencial
de 2028.
La sucesión presidencial tendrá que resolverse en dos círculos hoy bien definidos,
con claridad, entendimientos y relaciones, pero que a la hora de la lucha por el poder
tendrán que decantarse: el de los neotrumpistas que estarían representados por el
vicepresidente J. D. Vance, un joven político procedente de la comunidad muy aislada de
loa Apalaches y con una vida llena de tragedias y sacrificios, saliendo de la pobreza hasta
llegar al congreso. Pero Trump no parece darle todavía mucho juego a Vance, en tanto
que las figuras republicanas ultraconservadoras –tipo marco Rubio– juegan en la cancha
de Trump, pero con carrera propia y han aceptado participar en el gabinete buscando una
fusión de proyectos intergeneracionales e interconservadores.
El principal problema de Trump, que desaprovechó el tiempo político antes de las
elecciones y que perfilaban su victoria y el interregno entre la elección y la toma de
posesión, se localiza en la ausencia de un proyecto de Estado que articule sus pasiones —
por ejemplo– migratorias y el papel de los migrantes ilegales que están desperdigados
por todo el país y que escaparan de la migra. Pero el problema es más de estrategia: una
cosa es que Trump tenga razón de quejarse de una migración ilegal desordenada que
llenó la nación de migrantes con antecedentes criminales –una especie de Mariel cubano
1980 a nivel latinoamericano– y otra cosa que se trate de una mano de obra que estaría
estabilizando las crisis sociales, políticas y de seguridad en los países originarios de los
migrantes.
Más que los migrantes, el problema número uno del modelo MAGA de Trump se
encuentra en el Tratado trilateral de Comercio que desarticuló la planta productiva
estadounidense, exportó productoras que afectaron el empleo, pero en condiciones en
que el propio Estado de bienestar laboral de salarios y prestaciones hizo crecer el costo
productivo y sacó a las empresas de la competitividad. Y además, el Tratado obligó a
México a seguir el mismo camino, también encareciendo el costo de productos finales. En
cambio, China y Vietnam como regímenes políticos autoritarios y centralistas siguen
permitiendo la explotación de la mano de obra para producir artículos de exportación a
precios más baratos que los productos estadounidenses.
Trump podría también cometer el error de manipular el Tratado para impulsar
decisiones ajenas al sistema de globalización productiva, como pretende manejar
aranceles para obligar a México a tomar decisiones de seguridad local contra cárteles del
narcotráfico que exportan sus productos a los 50 estados de la Unión americana. Con este
mecanismo, se taparía el hoyo de la pasividad gubernamental mexicana contra los
cárteles, pero se destaparía un hoyo del propio sistema productivo integrado y afectaría a
importantes de bienes de consumo inmediato para el consumidor americano. Puede
decirse que Estados Unidos tendría un espacio de seis meses para desequilibrar el sistema
de precios de productos de importación, pero a la larga realinearía productos con cargas
de sobreprecios.
En su primera presidencia en 2017, Trump tenía ocho años por delante; ahora solo
tiene uno inmediato para decisiones centrales, un segundo para consolidar avances y
luego entrar en la preparación de las elecciones presidenciales de 2028.
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Política para dummies: la política impone las reglas de la política.
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