
Líneas Quadratín
La clave sistémica del bastón
del poder: control de Morena
La reorganización del mando político del próximo gobierno tiene una clave: sin el
control político del partido Morena, Claudia Sheinbaum Pardo tendrá el poder
administrativo pero no el poder político.
Por ello, la designación del sustituto Mario Delgado en Morena definirá las líneas
reales de gobierno político.
Todos los estudios académicos sobre la configuración de la estructura de poder del
sistema político priísta todavía vigente como protocolos del poder han hecho hincapié en
que la punta de la pirámide era el potestad inconmensurable, unitaria y autoritaria del
presidente de la República, pero dejando muy en claro que el brazo político el
presidencialismo era ja jefatura operativa del Ejecutivo sobre El PRI.
La clave del gabinete de la presidenta electa Claudia Sheinbaum Pardo se localiza
en el origen político y de dependencia de quienes estarían bajo el control del Palacio (de
Invierno) de Palenque. Aunque muchas veces en el pasado fue desdeñado, el presidente
del PRI operaba como un ministro sin cartera y controlada a todas las áreas de poder que
tenían que pasar por cargos de elección popular.
En este contexto, el destape adelantado de Luisa María Alcalde Luján, actual
secretaria de Gobernación, como única aspirante a la presidencia del partido Morena
debe leerse en clave estratégica: como el PRI en el pasado y como no pudo hacer el PAN
en su docenato, el poder político durante el próximo sexenio no estará en Palacio
Nacional ni en Bucareli, sino en las oficinas del partido que estará operando el aparato
político-electoral de las políticas sociales con el encaminamiento de funcionarios y
políticos hacia las principales posiciones electorales que estarán en disputa en el periodo
2025-2028, con miras al relevo presidencial adelantado de 2030.
A partir de la experiencia del sistema político priísta que sigue vigente, la
presidencia de Morena estará dedicada sólo a definir perfiles de candidatos a cargos
públicos, dejándole a la presidenta de la República el reparto deposiciones administrativas
que tendrían que pasar por el filtro/embudo del partido Morena si algunos funcionarios
quisieran saltar del área político-administrativa al espacio político-político de cargos
públicos electorales.
La secretaria Alcalde había deslizado su interés por continuar en la Secretaría de
Gobernación, en el entendido político de que su papel en el último año al frente de la
gestión de asuntos político-presidenciales de muchas maneras la enlistaba en este
modelo transexenal adelantado del presidente López Obrador para ser considerada como
una de las primeras precandidatas a la presidencia en el 2030.
Por relaciones de dependencia y lealtad políticas, Alcalde ha sido una funcionaria
forjada por el presidente López Obrador, le dio mucho juego político en las tareas de
control laboral y política salarial en la Secretaría del Trabajo y desarrolló una labor muy
eficiente para el presidente de la República en la Secretaría de Gobernación. La familia
Luján ha estado siempre en labores operativas de proyectos específicos que le interesan
al presidente López Obrador.
El punto clave en la estructura arquitectónica del sistema político priista fue la
facultad política central del sistema presidencialista que fundó el PRI: justamente la del
papel del presidente en funciones como jefe nato o jefe máximo del PRI, tomando en
cuenta que el reparto de posiciones de poder vía cargos públicos –que tienen más fuerza
que las designaciones burocráticas administrativas– se hacía por el PRI y por el poder
extraconstitucional del presidente para decidir –palomear, en el lenguaje político–las
candidaturas a cargos de elección popular.
Este modelo de presidente de la República-partido vía designación directa de
candidaturas por alianzas presidenciales y no por tareas partidistas lo inventó el
presidente Porfirio Díaz, lo padeció Carranza y lo intuyó –quizá en modo de genio político
habilidoso– el presidente general Plutarco Elías Calles cuando inventó el partido desde el
gobierno y desde el Estado –es decir, desde el alma del poder presidencial– para que
fuera aparato partidista de distribución del poder y para que respondiera a los intereses
del jefe del Ejecutivo por encima de los grupos políticos y sobre todo de la sociedad
votante.
El PRI perdió su poder cuando el presidente de la República ya no pudo usar el
control de las candidaturas del partido como reparto del poder con Miguel de la Madrid,
Carlos Salinas de Gortari, Luis Donaldo Colosio Murrieta, Ernesto Zedillo Ponce de León y
la puntilla le dio Enrique Peña Nieto cuando desdeñó al PRI para designar a un burócrata
más panista que priista como candidato presidencial del 2018.
Desde ahora se prendió el foco de alarma: quien dirija a Morena será el canal del
verdadero poder político lopezobradorista.
Política para dummies: la política es la maestra de la vida.
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