
Libros de ayer y hoy
Después del 2-J: nace nueva
derecha: IP, intelectuales…
Si se entiende bien el alcance de las diversas manifestaciones de la marea rosa,
entonces se podrá ir armando el rompecabezas de la nueva derecha mucho más allá del
viejo panismo católico-empresarial, del neoliberalismo salinista del PRI y del vulgar
acomodaticio del PRD chuchista.
Como ocurre con cada sacudimiento político, los reacomodos liberan nuevas
fuerzas ideológicas, sociales, económicas y políticas. Las marchas de la marea rosa
mostraron los perfiles ideológicos de corrientes que tendrán activismo en el próximo
sexenio:
–Prominentes miembros del funcionariato del Estado autónomo de las fuerzas
sociales.
–Activistas de centro-derecha provenientes de la izquierda socialista-comunista.
–Intelectuales que estaban situados en su cómoda torre de marfil en modo
Vigney-2024 y que salieron a la calle a luchar por la chuleta porque el gobierno
lopezobradorista les quitó subsidios y apapachos de la vieja dictadura perfecta.
-Liderazgos partidistas sin bases sociales que se dedicaban a la negociación de
posiciones de poder individuales y que se encontraron de pronto sin partido y
descubrieron el clavo ardiente de la sociedad civil, cualquier cosa que ésta sea.
–Un empresariado coparmexiano que encontró el espantapájaros el comunismo y
que vieron también en riesgo sus privilegios derivados de su funcionamiento tramposo
como cámaras sin reconocimiento legal.
-Una iglesia católica neoconservadora con fieles en repliegue y por lo tanto menos
limosnas populares que explotan el miedo-fe del pueblo.
–Y sobre todo a un gobierno estadounidense que perdió dominio y hegemonía
sobre México y que tuvo que llamar a cuentas a Washington a la candidata Xóchitl Gálvez
Ruiz para dotarla de un acuerpamiento de la comunidad de inteligencia y seguridad
nacional de la Casa Blanca para mantener el dominio regional.
La reconfiguración del nuevo bloque de poder de la derecha en México parte de
un supuesto falso: el proyecto político y de masas de López Obrador no es de izquierda
ideológica –es decir: socialista o comunista–, sino que se agota en la configuración de una
coalición gelatinosa de beneficiarios de los programas sociales –más del 60% de la
población mexicana–, pero sin ningún partido ni movimiento de clases productivas que
participan, quiéranlo o no, en la lucha de clases y que anulan el modelo socialista con una
mezcla oxímoronica del populismo cardenista de clase obrera como masa y no como clase
y la clase media aspiracionista que inventó Miguel Alemán y que la hizo depender del
bienestar de políticas sociales de un Estado intervencionista sólo para construir bases
sociales, incluyendo el modelo idílico de economía mixta que hoy se sublima, por ejemplo,
con la alianza de la política de obra pública de Palacio Nacional con la complicidad del
supermillonario que no deja ir pequeños contratitos de obra, Carlos Slim Helú.
En la capacidad que tiene el Estado para obligar a consensos y acuerdos
productivos se van a ir ahogando las posibilidades de la nueva derecha mexicana que
encabezarían los perredistas Guadalupe Acosta Naranjo y Carlos Navarrete Ruiz, al lado de
los transicionistas frustrados José Woldenberg y Lorenzo Córdova Vianello, contando con
la bendición intelectual de los tres nuevos santones del pensamiento ideológico de la
derecha que viene del viejo PRI conservador: Roger Bartra, Héctor Aguilar Camín y Enrique
Krauze.
El saldo electoral del próximo domingo reacomodará las piezas del nuevo
rompecabezas político-ideológico de las transformaciones de la derecha mexicana: la
bancaria-empresarial que fundó al PAN, la priista que emergió de la corrupción de
contratos públicos, la priista neoliberal cada vez más sólida del salinismo redivivo, el pos-
poscardenismo del PRD de los Chuchos que salieron del ala echeverrista del cardenismo,
las tres formaciones del viejo régimen priista que no podrán ir más allá del 2 de junio y
que entrarán en una lógica del conflicto con la nueva derecha que vio con desdén a este
viejo partidismo que se agandalló de manera vulgar las posiciones legislativas para una
oligarquía sin destino histórico.
Lo que queda de este nuevo cuadro político-ideológico del proceso electoral de
2024 será el enigma respecto a la persistencia o desaparición histórica, por segunda
ocasión, de una izquierda socialista que perdió sus viejas posiciones de poder: partidos,
sindicatos, universidades públicas y medios de comunicación, pero que podría ser un
punto de equilibrio dentro del amorfo bloque populista López Obrador-Sheinbaum Pardo.
Por lo pronto quedó al final de la campaña el desplegado de 150 militantes de antiguo
PCM de la izquierda socialista-comunista a favor del proyecto de Sheinbaum,
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Política para dummies: la política es el espejo de la realidad, en modo Lewis
Carroll.
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