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Líneas Quadratín
Marea rosa es priísta;
¿tapándose las narices?
La alianza opositora PRI-PAN-PRD tendrá que reconocer esta semana su más grave
conflicto electoral: la ausencia de una propuesta integral alternativa, la inexistencia de un
Gobierno de coalición y la centralización de sus actividades sólo en la confrontación de lo
que representa la figura personal del presidente López Obrador.
La concentración pública de la llamada marea rosa el próximo domingo 19 de
mayo mostrará por qué la alianza opositora sigue abajo en las encuestas: la candidatura
de Xóchitl Gálvez Ruiz carece de una propuesta orgánica de alternancia y las figuras
ciudadanas tendrán que aceptar que votarán por el PRI, el PAN o el PRD en la figura de
candidatura opositora, pero en el entendido de que esa ciudadanía repudia a los tres
partidos tradicionales porque representan el viejo régimen político.
La marea rosa tendrá que tomar una decisión estratégica: votar por el PRI, el PAN
o el PRD en la figura de Xóchitl, pero tapándose las narices.
La justificación de que se votaría en la figura de Xóchitl Gálvez Ruiz por un
Gobierno de coalición sigue en el aire porque no existe una propuesta programática y
orgánica de lo que sería ese Gobierno de coalición, inclusive porque la propia candidata,
que se precia de ser tecnócrata por haberse titulado con una tesis inconsistente en
edificios inteligentes, se asumió como candidata de sí misma y no representa ningún
proyecto de gobierno conjunto.
En una presentación en el Tec de Monterrey, Gálvez Ruiz demostró que no sabe
nada del presunto Gobierno de coalición ni tampoco tiene alguna idea de cuál es la
configuración de una conjunción programática de partidos. Para ella, sólo se trata de una
distribución de posiciones y espacios de poder: “el PRI va al Senado, el PAN se queda (se
supone que en el Ejecutivo) y el PRD se modifica”. Y para cerrar el círculo de su ignorancia
estratégica resumió la propuesta de Gobierno de coalición –que empujó el priista Manlio
Fabio Beltrones Rivera– en un reparto mezquino de poder: “a lo mejor no soy buenísima
para el Tiktok, pero para lo que soy buenísima es para hacer equipos, integrada los
mejores, para hacer la mejor selección mexicana de talentos”.
La marea rosa, impulsada por dos experredistas destripados, Guadalupe Acosta
Naranjo y Carlos Navarrete Ruiz, tiene el grave problema de convencer a la sociedad que
se hartó de los viejos partidos políticos y salió a la calle por sí misma a protestar por
iniciativas presidenciales, pero en la soledad de la mampara donde tiene que depositar su
voto en la urna, esa sociedad todavía no se explica a sí misma que votará por Xóchitl a
través de los escudos desprestigiados del PRI, del PAN y del PRD descardenizado.
Rumbo a las elecciones, la marea rosa tendrá que resolver su principal
contradicción: repudiar a los viejos partidos políticos con nuevas movilizaciones
ciudadanas, pero sin que ninguno de esos viejos partidos políticos que impulsan y atan y
condicionan la candidatura de Gálvez Ruiz haya mostrado alguna modernización
pragmática, teórica, ideológica, estratégica moral o ética, pues las tres figuras dirigentes
de los partidos –Alejandro Moreno Cárdenas Alito, Marko Cortés y el exguerrillero
comunista Jesús Zambrano– representan los valores de los viejos modelos de partido
como grupos oligárquicos, como agencia de colocaciones para amigos leales o como
grupos cerrados que nunca se vincularon con la sociedad.
La ausencia de un modelo de Gobierno de coalición en el grupo PRIANREDE
presenta grietas que de alguna manera estarían explicando la falta de consolidación de un
proyecto realmente alternativo al de López Obrador-Morena-4T, pues la movilización de la
marea rosa se ha dado en torno a una oposición social a propuestas específicas de
reformas lopezobradoristas y no a la configuración de un nuevo modelo democrático que
debió de haber partido del fracaso del proyecto democrático del PRI-PAN-PRD y se quedó
en el vacío porque solo hay quejas personales contra decisiones y no un proyecto de
reconfiguración del sistema/régimen/Estado/Constitución.
En esta falta de una propuesta concreta de proyecto alternativo por parte de la
alianza –que no coalición real– PRI-PAN-PRD se puede encontrar la explicación de la
escasez de votos suficientes en las encuestas, en tanto que buena parte de la propuesta
social del lopezobradorismo se reproduce en el programa de Gálvez Ruiz, pero sin explicar
a fondo que el modelo de centralismo presidencialista de López Obrador es producto de
su política social.
Con todo y el simbolismo de la marea rosa, la alianza opositora carecerá de
escenario electoral mientras no defina un proyecto verdaderamente alternativo de
nación, ni explique con claridad la dimensión y alcances de un Gobierno de coalición, ni dé
a conocer cómo se repartirá el poder entre los tres viejos partidos y la larga lista de
alrededor de diez organizaciones de la derecha-ultraderecha que encontraron en la
candidatura panista de Xóchitl el camino para disfrazar el viejo, rancio y desprestigiado
proyecto conservador panista.
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Política para dummies: la política es un juego de espejos.
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