Logra preescolar Rosario Alvarado distintivo de salud en Querétaro
INDIA, 18 DE JUNIO 2017.- Los semáforos o las paradas de Metro de la India del siglo XXI son destino habitual de mendigos enfermos de lepra que cargan aún con los estigmas que arrastra esta enfermedad desde tiempos bíblicos, una realidad en un país que, a pesar de haberse declarado oficialmente libre de lepra hace más de una década, aún lidera el ránking mundial de afectados, destaca EFE.
Aunque declaró oficialmente erradicada la lepra hace más de una década, la realidad es que sigue siendo el país del mundo con más leprosos, enfermos que aún siguen cargando en el siglo XXI con los estigmas que arrastra esta enfermedad desde tiempos bíblicos.
De los poco más de 210.000 casos que quedan en el mundo de esta enfermedad infecciosa, casi el 60 %, unos 120.000, se concentran en la India, según datos de la Organización Mundial de la Salud y del Gobierno indio.
En 2005 se declaró al conjunto del país libre de lepra, porque el índice de prevalencia de la enfermedad era menor a 1 por cada 100.000 habitantes.
El índice nacional es de 0,66 en la actualidad, pero en algunas partes del país nunca ha bajado del 1 y en la propia capital, Nueva Delhi, se ha vuelto a superar ese límite una década después.
«Hay muchos casos escondidos, porque la lepra tarda años en aparecer desde que se contagia», explica a Efe el doctor Anil Kumar, encargado en el Ministerio de Salud indio del programa nacional que lucha contra la enfermedad.
El reto está en detectar cada caso lo antes posible, no solo para evitar que la lepra se propague, sino también para prevenir las horribles deformidades que causa, sobre todo en la cara, y que condenan al leproso al rechazo social.
El Gobierno lanza periódicamente campañas de detección, la última de ellas con el objetivo de chequear nada menos que a unos 400 millones de los cerca de 1.250 millones de indios, casa por casa.
«Se trata de la mejor campaña del mundo», asegura Kumar, al señalar que en ella se están inspirando países con lepra como Brasil o Indonesia.
Además de combatir la bacteria que causa la enfermedad, el Gobierno indio también lucha por acabar con el estigma que conlleva.
Pese a creencias erróneas que han pervivido durante siglos, cerca del 99 % de la población es inmune o resistente a la bacteria, no se contagia por contacto y la lepra tiene cura, que se produce en menos de un año en la mayoría de los casos.
En la India existen unas 700 colonias en las que conviven leprosos con vecinos sanos: «cuando la gente conoce lo que es la lepra, el estigma se va», sentencia el responsable del programa de erradicación del Gobierno.
La colonia de Tahirpur, en el norte de Nueva Delhi, es una de ellas, situada entre un centro del Gobierno para la rehabilitación de leprosos, un casa de acogida de las misioneras de la Caridad para estos enfermos y un hospital especializado de la ONG Fundación Misión Lepra en la India.
«Hay mucha falta de información y muchas viejas creencias arraigadas», comenta a Efe Rakish Kumar, uno de los trabajadores sociales de la ONG en esta colonia, en la que es frecuente cruzarse con vecinos en silla de ruedas a los que la lepra dejó mutilados.
Uno de ellos es Ramsurat Patel, de 35 años, que perdió un ojo y espera que la fundación le ayude «a montar aquí una pequeña tienda» para salir adelante.
Otro vecino, Shivmuni Yadav, pudo abrir la suya gracias a ese apoyo y ahora es uno de los líderes de la colonia, que se encargan de mostrar que un leproso «no tiene por qué estar condenado y se puede convivir con él».
«La sociedad tiene que cambiar la mentalidad, aunque cada vez hay más aceptación y menos gente se aparta de los leprosos», subraya a Efe el doctor Rajeev Joy Nathan en el cercano hospital de esta ONG que colabora en el programa gubernamental de lucha contra la enfermedad.
El director del centro, Stephen Levi, añade que el tratamiento es gratis, aunque los enfermos tengan que pasar meses siendo curados, e incluso les entregan gratuitamente muletas o zapatos adaptados a sus pies deformados, «pero muchos tardan en venir por miedo al estigma».
Es lo que le pasó a Gulnaz Bano, una joven de 28 años a quien hace dos dejó el marido, llevándose con él a sus cinco hijos, y finalmente acabó en este hospital.
«Fue muy importante que me informaran, para que supiera que tengo cura y que aquí me aceptan», cuenta