Itinerario Político
APASEO EL ALTO, Gto., 3 de septiembre de 2020.- Sola, sin un alma en sus calles, igual a un pueblo fantasma, así quedó la comunidad San Juan del Llanito antes que el reloj diera las ocho de la noche de este miércoles, hora en que llegarían hombres armados a rafaguear casas y matar gente sin distinción ni motivo. Tal era la advertencia y sentencia.
La gente salió del pueblo como pudo: en coches, camionetas, en bici, moto, inclusive a pie para tomar el camión que representara la salvación ante lo que se avecinaba.
Eran como las cinco de la tarde. Cuentan testigos, que llegaron individuos en camionetas y colocaron mantas donde ordenaron a toda la población irse de sus casas porque a las 20:00 horas regresarían para matar y levantar personas en general.
Temerosos, los habitantes de esta comunidad, escenario de gran cantidad de homicidios y “levantones”, se llevaron lo que pudieron y empezaron su peregrinar. Atrás dejaron -aunque fuese por un día- el patrimonio adquirido a lo largo de años.
Junto con sus familiares, cargaron el miedo a las balas, a la muerte, leyeron las advertencias y prefirieron no saber nada más. Por teléfono, algunos pidieron asilo a parientes en el Estado de Querétaro, a 10 minutos de ahí, otros, simplemente se fueron en busca de tranquilidad a donde Dios los llevara.
“Hoy todo el pueblo tuvimos que salir por las amenazas de que grupos delictivos haràn un desastre, no es posible que nadie nos voltee a ver, habemos gente trabajadora que tenemos que salir huyendo de estas situaciones dejando nuestras casas”, dijo un hombre que pidió anonimato.
En una que otra casa quedó gente que no tuvo la forma de moverse de su lugar de origen, éstos, clamaron ayuda a los soldados y agentes de las Fuerzas de Seguridad Pública del Estado (FSPE), que iban y venían por las desoladas calles de San Juan del Llanito y San Isidro del Llanito.
Como a las seis de la tarde, varias patrullas y unidades de la Secretaría de la Defensa Nacional se aparecieron en el pueblo. Buscaron en las calles pero no encontraron una sola manta o cartulina con la leyenda que causó pánico y temor entre la gente.
Tampoco encontraron camionetas sospechosas, como decían los reportes que hicieron a través del 911.
Los policías fueron testigos de la desbandada, de la huida por miedo a los sujetos armados que a las ocho de la noche regresarían para matar a los habitantes.
A la una de la mañana, en el solitario pueblo, ni un alma deambulaba. Solo el ruido de motores de patrullas se oía. Sobre la carretera, montaron retenes y cada vehículo fue sometido a revisión.
La advertencia quedó en el aire, la sentencia no se cumplió.
Informa Nota Roja