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MÉXICO, 22 de octubre 2020.- La vida de María Luisa Catin dio un giro de 180 grados en los últimos meses. La oriunda de Tultepec, Estado de México se enteró en febrero de algo que creía imposible a sus 44 años, tenía ya seis meses de embarazo, su hijo menor nacería con 18 años de diferencia con respecto a su hijo mayor. María Luisa prefiere guardar la fecha exacta del nacimiento de su bebé que ocurrió entre finales de abril y principios de mayo. A menos de un mes del alumbramiento, el papá de Gabriel, Jesús Armando Castillo Herrera, fue una víctima más de la enfermedad Covid-19 en México.
Se murió el sostén de mi casa”, dice María Luisa con la voz entrecortada. “Mi esposo me dijo que se sentía algo mal, pero nunca me dijo me siento así, tengo temperatura, quizá lo hizo por no preocuparme, a lo mejor pensó que rápido iba a pesar, que nada más era una simple gripa”.
María Luisa cree que el contagio de Armando fue en el hospital, a donde iba a esperar informes de ella y su bebé. El pequeño Gabriel tuvo que internarse a los pocos días de haber llegado al mundo, pues nació con paladar hendido y a raíz de no poder tomar el pecho materno se deshidrató. Antes de que dieran a Gabriel de alta, su papá inició con los síntomas.
No me pude despedir, ni verlo por última vez, porque me dijeron tienes que pensar en tus hijos, tienes que ponerte tú bien, ni modo él ya no está y tienes que seguir, tienes que cuidarte mucho, porque ahora son dos los que dependen de ti”. María Luisa no puede contener el llanto.
Hasta el día de la muerte de su esposo María Luisa se dedicaba de tiempo completo al hogar, ahora con los ahorros que tenía en pareja con Armando, invirtió en un negocio de venta de frutas y verduras. «Tengo que menearme por ellos, porque son dos los que necesitan de mí, más ahorita pues mi bebé es un caso especial”.
Aunque Gabriel, no guardará recuerdos propios de su padre, cuando crezca María Luisa le contará lo feliz que fue Armando al enterarse de su llegada, de los cuidados que tuvieron para que ella no enfermara durante el embarazo (después del contagio de Armando, también tuvo síntomas, así como su hijo mayor).
Le vamos a inculcar el cariño, sobre todo el deseo que tenía de ser nuevamente papá, era un hombre muy trabajador con muchos sueños, con muchas metas, como le dije a mi hijo, a lo mejor no te puedo llenar ese vacío, pero vamos a tratar de salir adelante, vas a ver primeramente Dios, nos tenemos ahora los tres”.
María Luisa ve cuesta arriba el reto económico que será mantener a sus dos hijos y al mismo tiempo estar al pendiente de la salud de Gabriel. Considera necesarios apoyos para familias como la de ella que quedan en la orfandad por Covid-19.
Hay niños o jóvenes que llegan inclusive a dejar la escuela para ayudar a sus abuelos, para ayudar a sus hermanos pequeños, entonces sí me gustaría que hubiera un apoyo más que nada para esos jóvenes o niños que todavía desean seguir estudiando”.
PENSÉ DEJAR LA ESCUELA
Oscar Uriel es el hijo mayor de María Luisa y Jesús Armando, este año cumplió 18 años. En septiembre le notificaron que había sido aceptado en la licenciatura de Derecho Internacional de la Universidad Autónoma del Estado de México, plantel Cuautitlán Izcalli. Al morir su papá pensó en abandonar sus estudios.
Para poder ayudar a mi mamá, aunque tengo a mis tíos que se ofrecieron a ayudarme económicamente para que ya no dejar la escuela, pero yo tenía cómo esa creencia de que si la hago por mí mismo ayudaría mejor a mi mamá, yo sé lo que necesita y lo que hace falta en la casa”.
Su mamá le dijo que él se siguiera concentrando en sus estudios, que ella vería como lo sacaría a él y a su hermano adelante. La laptop donde toma sus clases Uriel se descompuso, una vez más sus familiares lo apoyaron.
Mi tío me presta su computadora, pero no solo la ocupo yo, tengo otro sobrino que también cursa la primaria en línea , la ocupamos varias personas”.
Uriel estuvo cerca de su papá cuando estuvo enfermo de Covid, a él fue a quien le dijo que se iría a hospitalizar. Esa fue la última vez que Uriel vio a su papá.
La relación con mi papá era muy buena, era con la persona con la que mejor me llevaba, no sé, mi mamá también pero llevarse pesado era con él, nos entendíamos totalmente, teníamos los mismos gustos en música, fútbol y varias cosas”.
El joven dice que ha procesado bien su duelo y que no dejará de transmitirle a su hermano recién nacido, Gabriel, las enseñanzas de su papá y de hacer uno de los planes que dejaron pendientes: ir a una función de lucha libre.
Con información de EXCÉLSIOR