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CIUDAD DE MÉXICO, 12 de noviembre de 2018.- Después de alimentación, las familias mexicanas que habitan en zonas urbanas de más de dos mil 500 habitantes gastan más en transporte para su movilidad, incluso que educación y salud.
De acuerdo al libro Anatomía de la Movilidad en México, Hacia a dónde vamos, estudio elaborado y presentado por la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu), el transporte es el segundo concepto de gasto familiar con el 19.3 por ciento, 6.9 por ciento más que educación que representa el 12.4 por ciento, duplicando el gasto en vivienda y sus servicios con el 9.5 por ciento, y siendo siete veces más de lo gastado en cuidados a la salud con el 2.7 por ciento.
Para la Ciudad de México, el transporte sigue siendo el segundo concepto de gasto con siete mil 455 pesos trimestrales, en contraste con cinco mil 908 pesos para vivienda y servicios o los mil 200 pesos para salud.
En el otro extremo, Chiapas es el estado con menor gasto aunque el rubro sigue siendo el segundo concepto con dos mil 616 pesos trimestrales, mil 170 pesos para vivienda y 448 pesos trimestrales para salud. Los hogares de los deciles más bajos gastan del seis al siete por ciento en transporte público, y hasta tres por ciento en gastos de operación de vehículos particulares; los deciles más altos gastan de tres a uno por ciento de su ingreso en transporte público, y entre cuatro y cinco por ciento en mantenimiento y operación de vehículos.
En conferencia de prensa, la titular de la Sedatu, Rosario Robles Berlanga, detalló que en proyecciones del gasto familiar al año 2030, se estima con que el decil más bajo de la población incrementará su gasto en transporte público del 7.18 por ciento al 12 por ciento, mientras el decil más alto disminuirá su gasto en transporte público del uno por ciento al 0.5 por ciento, incrementando así la brecha de ingreso de las familias mexicanas.
El estudio revela que las familias con menores ingresos gastan el 11 por ciento de lo que perciben en transporte público, mientras las familias con mayores ingresos gastan tan sólo el 0.8 por ciento, tendencia que va en aumento, sin que represente una mejora en la calidad de los servicios.
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