Líneas Quadratín
En breve nos enteraremos de cuándo, cómo y en donde se iniciará el levantamiento gradual de la cuarentena impuesta por la pandemia del coronavirus, lo que se traducirá en la inmediata reanudación de actividades económicas.
Sabemos que el inicio será en los municipios en donde los niveles de contagio han sido marginales con relación al promedio nacional y que se dará preferencia a los segmentos productivos con la participación más intensiva de mano de obra y de consumo a fin de promover una reactivación más veloz.
Lo que no conocemos, y que es esencial para construir un clima de orden y seguridad sanitaria, es la existencia de un plan de movilidad para el corto, mediano o largo plazo, tanto para las localidades en las que iniciará la reapertura, como en las zonas y regiones vecinas con las que necesariamente se llevará a cabo el intercambio de bienes y servicios.
El tema es crucial porque no existe cura ni un tratamiento mejor que el confinamiento para enfrentar el elevado riesgo de un contagio y propagación de una enfermedad tan violenta como el coronavirus.
Tampoco hay certidumbre de que exista un protocolo gubernamental de contención o de lucha sanitaria contra la presencia de nuevos brotes del virus del COVID-19 que, como sabemos, causa la muerte.
Para el desconfinamiento se requiere información amplia, transparente y confiable, diferente a la de la etapa anterior. Con pruebas suficientes y accesibles a la población para poder rastrear e identificar a todos los infectados y sus contactos, de manera que podamos reconocer la intensidad de la transmisión de la infección.
Es muy probable que esos datos no tengan valor científico, pero sirven para construir credibilidad y confianza entre la población, junto con una campaña intensiva y oportuna para mantener la “sana distancia” y el uso del cubrebocas como prácticas cotidianas para la nueva realidad poscoronavirus.
Si hacia adelante la vida social será muy diferente, económicamente será todavía más complicada, porque el impacto no solamente se ha resentido en México sino en todo el mundo, en donde el PIB de China -epicentro de la pandemia- se desplomó (-)36.6 por ciento en el primer trimestre, en Europa las caídas son del orden de (-)21.3 por ciento en Francia, (-)17.5 por ciento en Italia y (-)19.2 por ciento en España, mientras que en Estados Unidos, de quien dependemos económicamente (-)4.8 por ciento.
Para México, el efecto negativo del coronavirus es de (-)2.4 por ciento en el primer trimestre, con una secuela de desempleo formal de 550 mil personas, pérdida de los niveles de bienestar general y la previsión de que más de 10 millones de mexicanos engrosarán las filas de la pobreza, según las optimistas previsiones del CONEVAL y sin contar las distorsiones en el ámbito informal.
A diferencia de Europa, Estados Unidos y los países asiáticos que anticiparon la crisis económica con programas fiscales, monetarios y sociales integrales, en México se prefirieron las acciones clientelares con inversión en obras públicas generadoras de mano de obra, pero alejadas de las cadenas de valor nacional, con lo que la planta productiva privada, que genera más de dos tercios del PIB, fue abandonada a su suerte y deberá enfrentar en desventaja las presiones internas y la competencia global.
Sobre ese terreno es que el desconfinamiento en el mundo se ha planeado con estrategias suficientemente difundidas, reconocidas y con acciones para la población en caso de un rebrote; en México, en cambio, prevalece la desconfianza en los datos oficiales, en la capacidad hospitalaria, en donde el cuerpo médico ha trabajado sin descanso desde el primer contagio el 27 de febrero, a lo que se suma la incertidumbre económica, la inseguridad y la insolvencia de la gestión política.
Las indefiniciones, la opacidad y la improvisación en la emergencia sanitaria han impulsado el desasosiego ciudadano frente a una reanudación de actividades que parece seguir el ritmo y los tiempos marcados por la economía estadounidense y no por un análisis plural que contemple a trabajadores y empresas, no solo a beneficiarios políticos, que esté basado en pruebas de detección del virus para reducir al máximo todos los riesgos vigentes.
Si bien nadie en el mundo puede cantar victoria, México mucho menos bajo las condiciones actuales.
@lusacevedop