Por: Pablo Hiriart

MÉXICO, 3 de marzo del 2017.- El sábado es aniversario del PRI, que llega a la efeméride sin nada que celebrar y mucho de qué ocuparse.
Recuperó el poder en 2012, pero está peor que nunca en todas las encuestas de preferencias electorales.
¿Es culpa del PRI? Sí, y del gobierno también.
Resulta inexplicable que crean que van bien cuando la inmensa mayoría del país les está diciendo que van mal.
Algo están haciendo mal y tienen que corregir.
Como dijo ayer Jorge Suárez Vélez en estas páginas, la popularidad del Presidente es tan baja que de ahora al fin de su mandato sólo puede aspirar a sumar. Pero para ello tienen que salirse de la zona de confort en la que artificialmente se encuentran.
Tenemos una sociedad más exigente, sin duda. Y con toda seguridad el próximo Presidente, quien sea, a estas alturas del sexenio va a estar en una situación parecida en cuanto a reprobación ciudadana.
Pero el actual gobierno tiene que moverse y no quedarse con la convicción de que todo está bien, pues las consecuencias las va a pagar su partido en las urnas.
Sí hay logros, grandes logros en esta administración, que no lucen porque los negativos pesan más en el ánimo de la población.
No es un problema de “comunicación social”, sino de que el gobierno no ha conectado con el sentir de la sociedad.
Cuentan que el secretario de Gobernación, Miguel Osorio, le dijo al Presidente en una reunión de gabinete que “usted es más amigo de sus amigos que sus amigos de usted”.
No sé si sea cierta la anécdota, pero refleja una verdad redonda.
Peña Nieto es un extraordinario ser humano y estoy seguro que vamos a extrañar en la Presidencia a alguien con sus cualidades personales.
No se ha ensañado con sus adversarios, a nadie le ha inventado un delito para ganar popularidad.
Ha sido un Presidente digno ante el energúmeno del norte.
Jamás ha perdido el estilo frente a Trump y ante nadie.
Nunca ha caído en la tentación populista de lanzar groserías (estilo Chavez) al país vecino, lo que le reportaría un buen número de adeptos, pero muchos pesares al país.
Sin embargo ha sido demasiado tolerante con los abusos de sus amigos.
¿Cómo es posible que los gobernadores que cometieron delitos, tienen orden de aprehensión y de búsqueda internacional, no sean encontrados?
¿Cómo es posible que sus colaboradores no sean castigados por asignaciones de contratos de manera irregular (arreglados), como dice la Auditoría Superior de la Federación?
Una mansión en Houston de Duarte pesa más en la opinión pública que la reforma de telecomunicaciones.
Que no lo atrapen es más efervescente que la reforma educativa.
Es injusto, pero así es.
Se ve absurdo que el PRI expulse a Duarte y a Borge, y el gobierno no haga nada contundente contra ellos.
Ahora está el caso Odebrecht, en que el gobierno del presidente Peña (es decir, del PRI) tiene todo para castigar de manera ejemplar a quienes hayan recibido sobornos de ese gigante brasileño de la construcción.
Hay un año y fracción para que el gobierno se recupere ante la opinión pública y nos deje un gran legado, en el que si bien hay mayor deuda, también hay más empleos, mayor consumo, menor inflación y reformas que le dan rumbo al país.
Y el PRI tiene que exigirle esa corrección, porque en ello le va su sobrevivencia.