Libros de ayer y hoy
¿Quién es mejor candidato, Omar García Harfuch o Clara Brugada? No se sabe ni se sabrá. Estos días se conocerá el nombre a través de una encuesta convencional de popularidad seguramente favorable a García Harfuch. Sin embargo, están los lineamientos del INE que pueden ser utilizados no para cumplir con la equidad de género, sino una manera amable de desconocer el resultado de la encuesta y acreditar falsamente el compromiso de Morena de allanarse a los vientos del feminismo y, por lo mismo, llevar a Brugada a la candidatura.
La decisión no resultará de la encuesta ni de los lineamientos, sino del acuerdo entre quien se va y quien llega. Si se impone Andrés Manuel infligirá un severo daño a Claudia y generará las condiciones para una ruptura que se manifestaría pasada la elección. Ella entiende como pocos los tiempos, conoce bien al presidente y su ascendiente dentro y fuera del proyecto, sabe que hay que apechugar, alinearse, porque así se requiere y, por lo pronto, ha ganado lo que importa, la candidatura.
Aunque una encuesta no mide competitividad, resuelve y encubre de manera práctica una decisión muy complicada, la selección de candidatos, ahora aderezada con los ilegales lineamientos del INE que el Tribunal avaló. No hay en la Constitución determinación que obligue a los partidos a postular paritariamente candidatos a gobernador, pero casi todos los Congresos no legislaron y el populismo feminista llenó el vacío. La partidocracia se alimenta de la antidemocracia en la selección de candidatos.
La democracia mexicana se quedó coja; si hubieran seguido las observaciones del magistrado Leonel Castillo hace un cuarto de siglo, en México habría elecciones primarias ordenadas y reguladas como en casi todos los regímenes presidencialistas; hasta Venezuela supera a México, no se diga Argentina. Las elecciones primarias empoderan al militante y obligan a los partidos a renovarse a la par de la sociedad postulando candidatos representativos de la base social partidista. La mejor manera de fortalecer al sistema de partidos es democratizando sus procesos.
¿Quién es mejor opción del Frente para ganar la elección? Toda respuesta es opinable, no el método. La coalición tiene la oportunidad de lograr lo que no se pudo con Xóchitl Gálvez y Beatriz Paredes, donde el miedo a la competencia y desconfianza hacia dentro y fuera frenaron la parte más relevante y legitimadora del proceso, provocando en mucho el mal momento que siguió del Frente y de Xóchitl. Lo ciudadano cedió; las dirigencias partidarias decidieron. Alejandro Moreno en las instalaciones del PRI se volvió el gran elector. Error mayor del que todavía no se repone la candidata ni lo que la cobija.
El Frente debe aprender del tropiezo y dar curso a un proceso competido, si se quiere con encuestas, pero con urnas y votos ciudadanos, con debates genuinos, confrontación de ideas, proselitismo sin simulación y de cara a los votantes. Establecer un precedente de que la democracia para seleccionar candidatos no sólo es posible, sino que es el mejor medio para construir una candidatura legítima y competitiva. Sandra, Luis, Santiago, Lía, Adrián, Kenia y quien se sume deben emprender una lucha abierta, vehemente, combativa por la candidatura. Proponer, diferenciarse entre ellos y con los de enfrente; emocionar, enojar e inspirar, sacudir a la sociedad y volver propia la indignación, así como la aspiración generalizada por mejorar. Disputar a López Obrador y a Morena su monopolio de la esperanza y el descontento.
El Frente se ha dado tiempo para decidir; hace bien en ignorar los tiempos impuestos por los lineamientos del INE y en que la democracia interna sea el gran objetivo de la transformación y de la oportunidad igualitaria de competir. Seguramente tendrá que defender su derecho ante el Tribunal Electoral y ganarle una batalla importante al populismo feminista. A la causa de las mujeres importa más la oportunidad de competir que la imposición, con o sin cuota.
A muchos exaspera el tiempo y en parte tienen razón. Precisamente es lo que aporta una elección primaria, hay campaña, aunque no candidato(a); justo como no sucede ahora en el plano nacional, hay candidata, pero no campaña. En perspectiva, queda claro que el Frente y los partidos no entendieron los tiempos al no confiar en que el voto en urnas tuviera la última palabra para determinar lo que más importa.
¿Cuál de los aspirantes es el más competitivo?, el que gana la primaria.