Libros de ayer y hoy
*Lo mismo, pero color marrón
La aprobación del paquete fiscal para 2022 en la Cámara de Diputados resultó ser una crónica legislativa anunciada.
Es que, a pesar de la voluminosa argumentación de la oposición, el partido en el gobierno, terminó imponiendo su mayoría y aunque ahora digan misa los opositores, las mayorías mandan.
Siempre ha sido así, desde que se instaló la democracia controlada por el hoy PRI, nadie escucha la voz de las minorías, por más razón que tengan los argumentos de estas.
El manido argumento de que la oposición siempre gana el debate, pero pierde la votación, sigue siendo el preferido de las minorías, así como que al final terminan culpando al gobierno y a su partido por el desastre que se avecina y que por fortuna nunca llega, no por lo menos en la medida en que lo presagian.
Tal vez algún día cambiará la forma de hacer política y los partidos políticos entenderán que para que las cosas cambien, es necesario echar toda la carne en el asador a la hora de las elecciones, pues lo único eficaz para ponerle freno a un gobierno es ganándole el Congreso.
Así ocurrió en 1997, cuando la oposición logró ganarle la mayoría al PRI de Ernesto Zedillo y lo obligaron a negociar el paquete económico para los últimos tres años de su mandato.
Y todavía en los gobiernos panistas de Vicente Fox y Felipe Calderón, los partidos de oposición consiguieron ocupar un número suficiente de curules para evitar que los proyectos económicos de los jefes del Ejecutivo se impusieran al Legislativo.
Hoy no es el caso y quedó demostrado que lo que diga el presidente Andrés Manuel López Obrador, es lo que se va a hacer, siempre y cuando no sean modificaciones constitucionales.
Lo cierto es que la aprobación del paquete económico solo requiere de una mayoría absoluta, es decir 50 por ciento más uno de los votos y eso lo tiene con holgura el partido presidencial de Morena y sus aliados.
Por eso mueven a risa loca las declaraciones de algunos opositores, como lo dicho por la hidalguense Carolina Viggiano, en el sentido de que el PRI votó en contra del dictamen de la Ley de la Ingresos, porque no es producto de consensos, sino más bien, de caprichos y mayoritarios.
Y se le olvidó que durante más de 70 años el PRI, su partido del cual hoy es secretaria general, hizo exactamente lo mismo.
En fin, al PRI y a sus aliados del PAN y del PRD les queda la oportunidad de ganar algunas partidas legislativas, rechazando las reformas constitucionales que promueve AMLO, solo cabe esperar que no vayan a caer, algunos en la trampa de escuchar el canto de la sirena.
EL PULSO.- Por cierto, lo que no se vio nada bien, fue la actuación del presidente de la mesa directiva de la Cámara de Diputados, Sergio Gutiérrez Luna, la noche en que se discutió un artículo reservado por una legisladora morenista y que se sometió a votación por mano alzada. La duda en el conteo, que siempre se hace a ojo de buen cubero de la secretaria de la mesa directiva, provocó que los coordinadores parlamentarios del PAN, PRD y MC, pidieran que se recogiera la votación en el tablero electrónico, conscientes de que le ganarían una a Morena. Hubo muchos argumentos y al final el panista Jorge Triana lo llamó a actuar dentro del marco plural que obliga al presidente de la mesa directiva, y conceder la petición, pero Gutiérrez Luna dijo que no y demostró que antes que presidente es Morenista y la debe lealtad a quien los manda*** Sin duda que a Gutiérrez Luna le faltó oficio político para salir de la trampa panista, ese oficio que le escurre por todos los poros del cuerpo al líder de la bancada de Morena en el Senado, Ricardo Monreal, quien siempre se las ingenia para salir airoso de todos los desacuerdos que se le presentan, invariablemente con la sonrisa a flor de labio.