Un vecino distante, desconfiado y colérico nos vigila
Federico Berrueto
Inusitado y reprobable el desliz del presidente López Obrador al interferir en el proceso interno de la oposición con el propósito de descalificar a la senadora Xóchitl Gálvez como aspirante. Lo motiva el miedo, porque sabe que es una contendiente difícil. Con su acción inicia una campaña de agresión que en sus efectos concluirá alzándola como candidata y posiblemente como su sucesora. Así es la política y el avieso “destape” se le revertirá y volverá realidad su pesadilla: la derrota en 2024.
Con la excepción de Lilly Téllez no deben merecer mucha atención las declinaciones de aspirantes en el bloque opositor. Téllez sí renunció a una posibilidad real. Su postura respecto al presidente López Obrador y enérgico reclamo por la inseguridad le dieron visibilidad, como mostraban los sondeos de opinión. Sus razones para declinar no son válidas. El tema de la legalidad es discutible; lo del dinero, inevitable, y el requisito de las adhesiones para ella, asegurado.
Los demás se retiran por sus nulas posibilidades para ganar. Podrían cumplir con las adhesiones, pero difícilmente llegarían a la terna. Esa es la realidad y por esta consideración no es muy decoroso descalificar al proceso. Al menos Germán Martínez tuvo la inteligencia de salirse de la discusión del método para dar su decidido apoyo a Xóchitl Gálvez. Entiende bien que se trata de lograr una candidatura competitiva para ganar la elección presidencial y no desviar la ruta por una discusión ociosa.
Si hay autenticidad de propósito, el fuego debe dirigirse al adversario o al menos tener el decoro, como hiciera el gobernador Vila de razonar su determinación por la continuidad a su gobierno en el último tramo de su gestión. Los declinantes sirven a la causa de López Obrador al descalificar un método considerablemente superior al promovido por él.
El inesperado arribo a la contienda de Xóchitl Gálvez a muchos dentro y fuera de la oposición movió la brújula. Son singulares los casos en los que circunstancia y biografía ofrecen un respaldo transversal de clases sociales, regiones, grupos, como el de López Obrador en 2018, y ahora la hidalguense. El oficialismo entiende que la contienda no será fácil si Xóchitl es la candidata opositora, y en muchos sectores despierta simpatía, que hace vuelve creíble la derrota del oficialismo en 2024.
La contienda opositora adquiere atención y relieve inesperado. Personajes como Ángel Gurría, Beatriz Paredes, Enrique de la Madrid, Ildefonso Guajardo, Santiago Creel, le dan credibilidad, calidad y fortaleza a la oposición; una pena la ausencia de Germán Martínez. Todos ellos contribuyen a una visión rica, incluyente y buena antesala para la conformación de un gobierno de coalición, propuesta inédita en la historia política del país. Esta sí, una propuesta trascendente y de cambio radical.
Las renuncias que merecen atención son las que ocurren en el seno del PRI, cuando está en su peor circunstancia después de la derrota en el Estado de México. Renunciar por el secuestro de que ha sido objeto por parte de Alejandro Moreno y Rubén Moreira significa que se ha perdido esperanza de un cambio posterior, y si se van al PVEM es porque buscan su reelección a costa de todo. Lo más inteligente es esperar a septiembre y dar su apoyo a quien resulte ganador(a) del proceso interno. Sería preocupante su trasvase a Movimiento Ciudadano, una organización que, por su neutralidad, es funcional al proyecto de López Obrador. Sería lamentable porque para MC no hay perspectiva sin un candidato presidencial competitivo. En una contienda polarizada terminarían desdibujados y con un respaldo electoral bajo, imprescindible para el futuro del proyecto.
La política en condiciones normales es la representación de intereses, casi siempre egoístas, personales. Nadie debe darse por sorprendido que un político mude de partido o proyecto, aunque existen giros con sustancia, con perspectiva sobre qué deben ser la política o la representación parlamentaria, como ocurrió con Germán Martínez y Lilly Téllez. Pero no son tiempos normales. La amenaza del presidente López Obrador al sistema democrático demanda cuotas mayores de visión, lealtad y compromiso de quienes tienen el espacio político para contenerlo y plantear la transformación política pendiente de la democratización plena del país, que apunta hacia la ciudadanización de la política, al imperio de la legalidad y al gobierno de coalición.
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