Refuerzan operativos de seguridad en Guerrero para las peregrinaciones
ZIHUATANEJO, Gro., 18 de abril de 2019.- La mañana del 18 de abril de 2014 la tierra se estremeció por un sismo de 7.2 grados de magnitud, con epicentro al sur del municipio de Petatlán. Era Viernes Santo.
El destino turístico de Ixtapa-Zihuatanejo se encontraba a tope, con miles de turistas que disfrutaban las vacaciones de Semana Santa.
A las 9:00 de la mañana ya se veía el movimiento natural de la gente en el puerto, con los mercados y negocios de venta de alimentos levantando sus cortinas para aprovechar el día de mayor presencia turística del año.
Los vacacionistas comenzaban a abarrotar las fondas y restaurantes, los cuales lucían semi llenos de hombres sin camisa, bermudas coloridas y las típicas sandalias de pata de gallo; gente con lentes oscuros para disimular la eufórica desvelada de la noche anterior y que ahora buscaban con urgencia algo picoso para almorzar, y quizá una cervecita para menguar la resaca y retomar fuerzas para disfrutar del día Mayor de la Semana Santa, bajo el sol de las diferentes playas de Ixtapa y de Zihuatanejo.
Los comerciantes en el mercado, en Paseo El Pescador, transportistas, turisteros y prestadores de cualquier tipo de servicio, ya comenzaban a sentir remunerada su economía del día.
En los hoteles de Ixtapa, los huéspedes ya hacían filas en los restaurantes para disfrutar del bufete y otros aún dormían o se duchaban, con la intención de pasar el día en la alberca o en los camastros de las playas.
Quizá los más intrépidos se atreverían a subirse al paracaídas o la banana. El ambiente era ajetreado tanto para la gente local como para los visitantes. Veintisiete minutos después de las nueve de la mañana, la tierra se cimbró. Muchos aseguraron haber escuchado un trueno al momento de que todo comenzó a moverse.
El sismo duró poco más de un minuto e inició de baja magnitud, pero en cuestión de segundos la sacudida aumentó de tal forma que la gente gritó y salió a las calles para ponerse a salvo.
Los vehículos estacionados se sacudían de un lado a otro, algunos árboles, palmas y postes de luz se cayeron y generaron cortos y fallas en transformadores que dejaron sin luz casi a toda la ciudad.
En Ixtapa, familias enteras de vacacionistas salían despavoridas hacia las jardineras de la avenida Paseo de Ixtapa. La mayoría salió sólo con lo necesario para cubrirse, bermudas y huaraches, se arremolinaron en las escaleras de los hoteles mirándose entre sí, unos asustados y algunos con crisis nerviosas.
Hoteles como el Barceló y el Sunscape sufrieron fracturas en sus muros y el desprendimiento de láminas, plafones y desperfectos en sus líneas eléctricas.
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