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ESTADOS UNIDOS., 10 de abril de 2020.- En 2002, en la provincia china de Cantón, un virus desconocido provocó el brote de una letal enfermedad que los científicos llamaron SARS (las siglas en inglés de síndrome respiratorio agudo severo).
Posteriormente se descubrió que el patógeno que causaba la enfermedad era un coronavirus que se había originado en un animal y había pasado a los humanos.
En pocos meses, el coronavirus se propagó en 29 países, infectando a más de 8.000 personas y matando a unas 800.
Alrededor del mundo hubo un reclamo general para saber cuándo estaría lista una vacuna para acabar con el letal virus y decenas de científicos en Asia, Estados Unidos y Europa comenzaron a trabajar frenéticamente para crear la inoculación.
Pero entonces se logró controlar la epidemia de SARS y el estudio de las vacunas contra el coronavirus fue abandonado.
Años después, en 2012, volvió a surgir otro letal coronavirus, el MERS-Cov, que causaba una grave enfermedad respiratoria, el MERS (síndrome respiratorio de Medio Oriente) que se originó en camellos y pasó a humanos.
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