Un vecino distante, desconfiado y colérico nos vigila
El gobierno de México tiene amurallado el Palacio Nacional, símbolo de
nuestra mexicanidad.
Como en los países en guerra o en territorios ocupados, el zócalo de
la ciudad de México podría convertirse en otra Ciudad de Ávila,
España, famosa por sus murallas defensivas (88 torres semicirculares
en casi 2,5 kilómetros de largo).
La fortaleza que el partido moreno construye en el antiguo Distrito
Federal segrega a las personas además de que protege “privilegios y
poder de un solo hombre”, tal como sucedía en Óbidos, Portugal o en
Quebec, Canadá con sus líneas de defensa fortificadas.
Ni qué decir de la muralla de Xi’an, en China (12 metros de alto, 18
metros de grueso y 14 kilómetros de largo o de la muralla de Pingyao,
en ese mismo país (12 metros de alto, seis kilómetros de largo, seis
puertas, 72 torres de vigilancia y una fosa).
Tal vez la pretendida fortificación del zócalo de la Ciudad de México
no sea tan espectacular como York, en el norte de Inglaterra o la
ciudad portuaria de Dubrovnik, en Croacia.
Mientras terminan de construir sus fortalezas, los gobiernos de la
CDMX y federal están segregando personas, protegiendo privilegios y el
poder de unos contra la dignidad de otros.
El informe «Mundo amurallado, hacia el Apartheid Global» refiere que
«6 de cada 10 personas en el mundo viven en países que han construido
muros a lo largo de sus fronteras y en territorios ocupados»
¿El muro que rodea la casa del presidente de México comenzará a formar
parte de esas cifras?
Olvídese de las murallas altas para no escuchar al “pueblo bueno” y
sabio instaladas en lugares tan emblemáticos como el Palacio de Bellas
Artes, el hemiciclo a Juárez o las oficinas del Banco de México.
Como en el billar, una valla de tres tiempos cierra el paso a todo
visitante o manifestante.
Igual sirve para alejar a las feministas; a quienes recordarán este
domingo 2 de octubre los sucesos de 1968 o en general, a los
inconformes con el gobierno actual.
Muralla alta para acallar protesta en el Centro Histórico de la Ciudad
de México donde se ubican la Catedral Metropolitana; el histórico
Palacio Nacional (acondicionado como casa vacacional del presidente
Andrés Manuel López Obrador) y las oficinas del Ayuntamiento desde
donde despacha la “regenta”, Claudia Sheinbaum.
Si se le hace, la corcholata “presidenta” podría hasta filmar en la
capital las mejores películas de la época.
Qué cosas…
Eso no se ve en la frontera Chipre norte-Chipre sur; en la frontera
Israel-Siria o en alguna parte del mundo donde la guerra parece no
tener fin.
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