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QUERÉTARO, Qro., 13 de enero de 2025.- El mundo se divide entre quienes prefieren duchas calientes y quienes apuestan por el agua fría. Aunque la calidez del agua puede ser reconfortante, expertos advierten que bañarse con agua caliente no siempre es lo más recomendable, ya que podría tener efectos negativos en la salud de la piel, el cabello e incluso el sistema circulatorio.
El agua caliente puede debilitar los folículos pilosos, eliminando los aceites naturales que protegen el cabello. Esto provoca fragilidad, caída e incluso agrava problemas como la caspa. Según la dermatóloga Whitney Bowe, optar por agua tibia o fría ayuda a mantener un cuero cabelludo saludable y previene estos efectos adversos.
En la piel, el agua caliente también puede eliminar los lípidos naturales que la protegen, causando resequedad, irritación y exacerbación de afecciones como la dermatitis. La Academia Americana de Dermatología aconseja duchas cortas con agua tibia para evitar dañar la barrera cutánea. Además, temperaturas elevadas pueden provocar quemaduras, especialmente en personas vulnerables, por lo que se sugiere no superar los 48°C.
Finalmente, aunque el agua caliente mejora la circulación, también puede aumentar la presión arterial debido a la dilatación de los vasos sanguíneos. Este efecto podría ser riesgoso para quienes tienen hipertensión. Ante estos riesgos, la elección entre agua caliente o fría debe basarse en un equilibrio entre confort y cuidado de la salud.