Un vecino distante, desconfiado y colérico nos vigila
Los adivinos del pensamiento de AMLO no son todo lo acertados que uno desearía para que lo orientaran en la ardua tarea de escudriñar la naturaleza de la última realidad de sus propósitos.
Ayer muchos de adivinos esperaban que, en la mañanera, después de la tronantes declaraciones que sobre el proceso de selección de candidatos que hiciera Marcelo Ebrard, que el presidente lo descalificara y, prácticamente lo sacara de la competencia recomendándole irse de plano a Movimiento Ciudadano.
Pero un jugador como AMLO, que oficia solo sus rituales políticos, lejos de amonestar a Marcelo, le respetó su derecho a expresar sus opiniones.
Riva Palacio ayer sentenció a muerte al ex canciller:
“El diseño que elaboró el presidente Andrés Manuel López Obrador para su sucesión presidencial está crujiendo fuertemente y en peligro de convertirse en un aquelarre. Marcelo Ebrard, el aspirante a la candidatura presidencial de Morena estiró la liga y le puso mayor tensión al acusar a su adversaria Claudia Sheinbaum de acarreo en su precampaña, publicidad masiva, guerra sucia en su contra y el uso de recursos federales para su promoción. El mensaje de Ebrard, sin embargo, no tiene como destinataria final a Sheinbaum, sino a López Obrador. Él lo sabe. Su crítica y denuncia la atraviesa por el centro y llega a Palacio Nacional.
Ebrard está elevando su apuesta, inclusive si ello significa el suicidio político. Entiende, por lo que comentan algunos de sus más cercanos, que López Obrador quiere a Sheinbaum como su sucesora y que él no tiene posibilidades reales de quedarse con la candidatura. De ahí, como el soldado que se sabe muerto y actúa con una enorme valentía, no tiene más que perder. Lo que no está claro es qué y cuánto gana al ensuciar el proceso y construir la percepción para que en el momento en que la encuesta defina como ganadora a la exjefa de Gobierno de la Ciudad de México, su candidatura quede manchada por irregularidades, ilegalidades y una operación de Estado para imponerla.”
Y Riva va más lejos: quiere que Marcelo denuncie ante la Fiscalía a Sheinbaum. Algo que evidentemente nunca estuvo en los planes de Marcelo al reclamar, como militante de Morena, piso parejo en el proceso de selección de candidato presidencial.
Nada de lo que escribió en sus delirios de augur se cumplió.
AMLO respetó a Marcelo totalmente.
Julio Astillero andaba por la misma ruta de vidente que Riva:
“Y Marcelo Ebrard dio un paso hacia adelante que, al mismo tiempo, puede ser hacia afuera. Denunció el uso de recursos para promover y apuntalar una precandidatura presidencial considerada favorita de Palacio Nacional, pero en ese intento de legítima defensa se colocó a la vez en una zona de alto riesgo excluyente, pues no sólo protestó por lo que corresponde al ámbito partidista (Mario Delgado, omiso en hacer cumplir compromisos de equidad, permisivo en cuanto a simulaciones) y al correspondiente proceso demoscópico (el sorteo para determinar las empresas que harán encuestas espejo), sino que acusó a una secretaría federal, la del Bienestar, de promover mediante sus brigadas la versión de que el presidente López Obrador prefiere a Claudia Sheinbaum.”
De verdad no conocen la capacidad de maniobra de AMLO en lo que se refiere a oficiar, repetimos, solo y de manera incompartible, el proceso de SU sucesión presidencial.
Una más para los ternuritas metidos a médiums de la última naturaleza del pensamiento del tabasqueño.
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