Reportan detención de El Mini Lic por cargos de fentanilo en EU
CHILE., 3 de mayo de 2018.- Las malas noticias respecto de los menores pobres no son extrañas en Chile, un país que pide a gritos una profunda reforma al sistema de protección que el Estado ofrece a la infancia vulnerable. Pero la brutalidad del crimen de Ámbar, de un año y ocho meses, ha conmocionado especialmente a la sociedad chilena. Hija de una madre incapacitada para cuidarla y de un padre del que no se conoce información, los tribunales habían decidido dejarla al cuidado temporal de una tía biológica y su pareja. Fue su condena: el hombre, Miguel Andrés Espinoza Aravena, de 30 años, es el único imputado por la Fiscalía por la violación y muerte de la niña en la localidad cordillerana de Rinconada de Los Andes, a unos 80 kilómetros de Santiago, formalizado este lunes en medio de protestas ciudadanas en el Juzgado de Garantía local. La pequeña murió el sábado solo en compañía de los médicos que intentaron sin éxito salvarle la vida. Informa El País.
«Ámbar descansó finalmente de una vida que sólo conoció el dolor. Yo tomé sus manitos cuando partió y sin ser nada, sin ser digno de hacerlo, la bendije. Solo porque yo estaba ahí y no un sacerdote, no su padre», escribió en su red social Facebook el médico Álvaro Retamal, uno de los profesionales que atendió a la niña. «Lo que siento hoy no es deseos de que maten a nadie, cuestión que no soluciona nada. Hoy siento que debimos estar ahí antes que todo pasara para Ámbar y para tantos otros», indicó el médico en referencia a las peticiones de parte de la ciudadanía de la reposición de la pena de muerte, una sanción que en Chile no existe desde 2001.
En una estremecedora entrevista publicada por el diario La Tercera, el médico con 18 años de experiencia dijo que «jamás» había visto un abuso de este nivel. Ámbar tenía un neumoperitoneo, es decir, presencia de aire en la cavidad abdominal a causa de una perforación interna. La pequeña se encontraba en estado de shock y las agresiones sexuales fueron de una magnitud que incluso los médicos, que atienden este tipo de casos, quedaron impactados. «El horror te golpea después», señaló el profesional.
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