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QUERÉTARO, Qro., 04 de septiembre de 2020.- Viajar y apoyar a la salud de la población son dos actividades que apasionan a Alex Guajardo, quien, desde hace 14 años, logró conjuntarlas a través de sus dos carreras: enfermero y luchador extremo.
La pasión con la que vive las luchas despertó en sus tres pequeños sobrinos el deseo de seguir sus pasos, ahorita los apoya, pero más para que sepan de defensa personal; especialmente le preocupa que las dos niñas le sigan sus pasos, pues considera que la carrera es más complicada para las mujeres.
Mientras se encuentra en su casa recuperándose de Covid 19, estima que es también gracias a ambas profesiones que supo detectar con rapidez que se había contagiado, implementar todos los protocolos para no esparcir el virus y evitar tener síntomas tan graves, como sí le ocurrió a otros de sus colegas, a quienes les tomó más tiempo recobrarse. Él cuenta con conocimientos clínicos, pero también los necesarios para llevar una sana alimentación y acondicionamiento físico.
Fue el 25 de agosto que comenzó a sentirse mal, de ahí que de inmediato se realizó un examen y se puso en aislamiento; el 28 de agosto recibió el resultado que confirmó su sospecha. Afortunadamente, desde antes de la contingencia vivía solo, le prohibió a su madre visitarlo, para evitar ponerla en riesgo, mientras que otros familiares lo visitan para llevarle comida en desechables.
Él extrema precauciones: al sacar la basura común, la rocía con cloro, para matar cualquier rastro de virus, incluso ya contrató un servicio especializado, para que, en cuanto lo den de alta, limpie a profundidad su hogar, y así eliminar cualquier vestigio del virus.
Ama las dos carreras, pese a que nunca pensó dedicarse a ellas. Fue cuando llegó a Querétaro, a cumplir con su pasantía como enfermero, que su primo lo invitó a practicar lucha libre.
De ambas carreras tiene entrañables recuerdos y malas experiencias. De sus mejores momentos se encuentra que un luchador novato le pidió ser su sucesor, para llamarse: “Eragon Kid”.
En enfermería es grato que sus pacientes, ya curados, lo reconozcan y saluden con cariño en la calle, especialmente los pacientes del pabellón de pediatría. También ha pasado que descubren en el enfermero al luchador, como cuando un chico de 13 años de inmediato le dijo que lo había visto en la Arena Querétaro.
La peor experiencia de la lucha libre fue la fractura múltiple del brazo izquierdo, que lo obligó a abandonar “los encordados” por dos años.
La peor experiencia en enfermería, es la que ahora enfrenta: está acostumbrado a visitar a sus amigos, salir a entrenar, a sacar el estrés y llevar a otras ciudades la “lucha queretana”. La pandemia lo tiene como “león enjaulado”. Espera pronto estar al 100% en las dos actividades.
Reconoce, entre risas, que la única coincidencia entre ambas profesiones es que en una los golpea y en otro los cura, pues como luchador extremo, además de su cuerpo causa heridas con hasta lámparas y alambre de púas, de ahí que en un lado los lastima, pero en el otro los sutura.
Soñaba con ser médico cirujano plástico reconstructivo, pero, ante la falta de oportunidades, prefirió estudiar un bachillerato técnico en enfermería, de ahí saltó a las luchas. No se imagina sin una de las dos carreras. Hoy da gracias a Dios que eligió enfermería, donde puede tener un trato cercano con los pacientes y su evolución.
Extraña a sus compañeros del hospital y del ring, azotarse, gritar, cuidar de sus pacientes y ayudarlos a regresar a casa.
Es afortunado, especialmente al constatar lo difícil que puede ser para otras personas; sobre todo para quienes tiene patologías. Ante lo que ha vivido, aprovecha la entrevista para hacer un llamado enfático a todos para que se cuiden eviten ponerse en riesgo y a luchar juntos, para que la pandemia termine pronto.