En Navidad no todo es felicidad…
QUERÉTARO, Qro., 8 de marzo de 2020.- Al oficiar la homilía en Santa Iglesia Catedral, el sacerdote Rafael Gavidia, vicario parroquial del Sagrado Corazón de Jesús, lamentó los feminicidios, y advirtió que quien agrede a una mujer, agrede a Cristo mismo. Fijó su postura a favor de la vida desde su concepción hasta su muerte natural.
“A Cristo se le mata en las mujeres que se matan en las calles, en las mujeres que se matan en las casas, que se matan en los vientres de las mismas mujeres”.
Con motivo de la “transfiguración de Jesús”, urgió a la grey a tener en cuenta que son diez los miedos que impiden el crecimiento social, el de la iglesia y el del propio gobierno uno de ellos es el miedo de reconocer los derechos de la mujer.
“Tenemos miedo de reconocer, prácticamente, a la mujer un lugar más acorde en el espíritu de Jesús. ¿En dónde están las mujeres en la Iglesia? Solamente como espectadoras. ¿En dónde están las mujeres en nuestra sociedad? Solamente están siendo violentadas. Démosles un lugar, el lugar que les corresponde desde el espíritu de Cristo”.
Otros miedos son experimentar las cosas nuevas, de ahí que remarcó la necesidad de atreverse a experimentar cambios profundos y radicales en la iglesia misma.
SE HA CALLADO A LA IGLESIA
Existe miedo a ser fieles al evangelio, miedo a hablar, miedo a intervenir, a la investigación teológica, a hablar de los derechos humanos dentro de la iglesia y de la sociedad.
“Somos una iglesia callada, silenciada por los poderes que existen, silenciada por los intereses que la misma iglesia tiene, intereses mezquinos… intereses que les atan las manos a los eclesiales, incluyendo no solamente a los de alta jerarquía, incluyendo a los fieles, preferimos, entonces, mejor callarnos cuando se prohíbe el debate de cuestiones importantes, para evitar evitar planteamientos que puedan inquietar”.
Esa postura es contraria a la Teología, que muestra a un Dios cercano, de justicia, de amor, de verdad, que pide justicias, respeto a los derechos y libertades pues hace pensar y sacudir la conciencia.
Ante ese callar se prefiere evitar debates que en temas importantes que disgusten a la jerarquía y al poder, de ahí que no debate en problemas sociales, eclesiales y familiares.
DAN MIEDO LOS DERECHOS HUMANOS
Lamentó también la tendencia a no hablar de los derechos humanos.
“Miedo a hablar de los derechos humanos dentro de la Iglesia, dentro de la sociedad, ¿para qué hablamos de derechos humanos? “Mejor ponemos a alguien a modo, para que nos aplauda y no nos señale nuestros defectos, nuestras injusticias, nuestros excesos”. Y en la Iglesia, y en la sociedad, y con nuestros gobiernos”.
Existe el miedo a dar misericordia, esto al querer dar sentencia a los demás, mientras que la Iglesia se debe caracterizar por abrir sus brazos.
El gobierno también debería abrir sus brazos a las víctimas de tanta violencia, así como a los que sufren por desabasto de medicamento.