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QUERÉTARO, Qro., 27 de marzo de 2022.- El material suspendido no solo es negativo para la salud pulmonar, lo es también a nivel cardiovascular y padecimientos crónicos no transmisibles, revela una investigación que encabeza la doctora Citlalli Osorio Yáñez, del Instituto de Investigaciones Biomédicas de la UNAM, en un proyecto apoyado por la Secretaría de Educación, Ciencia, Tecnología e Innovación
Aunque la mayoría de las personas relacionan los altos niveles de contaminación con malestares respiratorios y oculares, sobre todo en urbes como la Ciudad de México, existen estudios que buscan conocer las posibilidades de una asociación directa entre obesidad y sobrepeso y la exposición al PM2.5, indicador de contaminación.
La contaminación continúa vinculada a desenlaces de salud y, hasta ahora, son pocas las investigaciones que trabajan en enfermedades crónicas no transmisibles y su interacción con las emisiones.
En la capital del país, como en la mayoría de las ciudades, existen contaminantes criterio que se miden de manera constante. Entre ellos, las partículas en suspensión, las que se forman en aersol y cuyo tamaño se mide en micras, (una equivale a una milésima parte de un milímetro).
El material particulado 2.5 o PM2.5 está constituido por partículas con un diámetro de menos 2.5 micras e incluye sustancias químicas orgánicas, polvo, hollín y metales que pueden ingresar a través de la nariz, luego a vías aéreas centrales y después a pulmones; las menores a una micra consiguen llegar a la sangre y recorrer todo el cuerpo y sus órganos.
En México, un grupo de científicos avanza en la investigación que busca conocer la vinculación de las PM2.5 con la diabetes e hipertensión, pero recientemente añadieron la obesidad en adultos.
La doctora Citlalli Osorio Yáñez, del Instituto de Investigaciones Biomédicas de la UNAM, que colabora en estas investigaciones con investigadores de los institutos nacionales de Cardiología, la doctora Rosalinda Posadas Sánchez y el doctor Gilberto Vargas Alarcón; de Perinatología, el doctor Marco Sánchez Guerra, y de Salud Pública, el doctor José Luis Texcalac Sangrador, explicó que los mecanismos que se estudian para conocer más sobre esta asociación plantean que las partículas pudieran desencadenar procesos inflamatorios que lleven a una acumulación de la grasa.
El proyecto que encabeza y lleva por título “Exposición al material particulado 2.5 y riesgo de enfermedades crónicas no transmisibles en adultos de la Ciudad de México”, auspiciado por la Secretaría de Educación, Ciencia, Tecnología e Innovación, pretende evaluar la posible asociación y riesgo de obesidad a través de diferentes indicadores como el Índice de Masa Corporal (IMC) y la grasa corporal total, subcutánea, visceral y pericárdica.
“Lo hicimos con las grasas corporales porque generalmente cuando se hacen estudios para observar la asociación entre un factor y obesidad se utiliza el IMC, medida que se ha usado por décadas en análisis epidemiológicos para evaluar el riesgo, pero no determina qué cantidad de ese peso corresponde a músculo, grasa y agua”.
Hoy se conoce que la grasa en las vísceras (abdominal) es un factor de riesgo cardiovascular muy importante, y para saber la composición corporal de las personas, además del IMC, se puede recurrir a una tomografía, la cual resulta costosa, al índice cintura-cadera o a la composición corporal por bioimpedancia.
Lo que ha revelado la investigación es que no existe asociación entre la exposición a PM2.5 con la grasa total, ni con el IMC o la grasa abdominal. “La única asociación que se halló fue con la grasa pericárdica, la que rodea al corazón.
“Esperábamos encontrar que, entre mayor exposición a este material particulado, habría mayor concentración de grasa en el corazón, ya que este aumento es un factor de riesgo para hipertensión y otros desenlaces en el corazón. Sin embargo, lo que se halló fue lo opuesto: a mayor exposición a PM2.5 se registraba una disminución en la grasa”.
De acuerdo con la literatura mundial, esta grasa pericárdica tiene cierta función termodinámica en el corazón, además de protegerlo. Sobre esto, la investigadora advirtió que esta disminución asociada con la exposición tampoco es alentadora, porque promueve un desequilibrio en las funciones de la grasa pericárdica. Estos resultados han sido consistentes con PM2.5, ozono y humo de tabaco, dijo.
Aquellas personas con sobrepeso y obesidad sí tienen mayor riesgo de diabetes y enfermedad cardiovascular asociado a la exposición de PM2.5, a diferencia de aquellas con peso normal.
Para ciudades como la CDMX, donde la exposición a contaminantes es muy alta, la Organización Mundial de la Salud recomienda reducir el límite de PM2.5 a cinco microgramos por metro cúbico anual.
Por lo general, las personas reconocen un nivel alto de contaminación ambiental por la presencia de lagrimeo o exacerbación del asma, pero no lo relacionarían con aspectos cardiometabólicos.
Lo anterior indica que el material particulado no solo es negativo para la salud pulmonar, lo es igualmente a nivel cardiovascular y los padecimientos crónicos no transmisibles.
En torno a la metodología de la investigación, la doctora Osorio explicó que los pacientes que participan en el estudio responden a una serie de cuestionarios y proporcionan su domicilio.
Con base en ello se realiza una georreferenciación, después la asignación a la exposición con relación a los datos de las estaciones de monitoreo que están alrededor de la vivienda; también, se considera la información de los búfers de exposición que se encuentran a cinco o diez kilómetros de la residencia del individuo.
El trabajo realizado hasta ahora abarca los diseños del estudio y de los cuestionarios, reclutamiento de pacientes y toma de muestras, entre otras determinantes, así como una colecta de datos diarios que conforman un trabajo informático extenso, subrayó la especialista en epidemiología ambiental y toxicología cardiovascular.
Se trata de uno de los estudios de seguimiento más ricos en Latinoamérica y también a nivel mundial, ya que abarca a más de dos mil hombres y mujeres que ofrecen vasta información acerca de la salud cardiometabólica; sobra señalar que estos análisis resultan muy costosos.
Los recursos proporcionados por la SECTEI se destinaron al estudio dirigido a individuos sanos (1478), llamado grupo de control. Con ellos se busca saber si la exposición se asocia con el desarrollo de enfermedades.
Otros resultados que están reportados en un artículo para su publicación detallan que la exposición a PM2.5 se asociaba con mayor riesgo de enfermedad cardiovascular por un aumento de eventos, como infarto agudo al miocardio y embolia, lo que se agregó como una enfermedad coronaria prematura.
También con mayor riesgo de diabetes en aquellas personas que padecen obesidad y sobrepeso, no con el global de la población, sino solo con aquellas que ya tienen un riesgo cardiovascular por ambas condiciones.
Además, un estudio reciente permitió observar que tanto exposiciones cortas como prolongadas a material particulado se asocia con mayor riesgo de hipertensión.
En particular, resaltó la importancia de contar con apoyos para desarrollar investigación en enfermedades crónicas no transmisibles, sobre todo cuando los índices de prevalencia de diabetes (12.7%), hipertensión (20 de cada 100) y obesidad (36.1%) en adultos de 20 años y más, son significativos en la Ciudad de México.
“La SECTEI cumple con un papel fundamental al dar apoyo, porque hacer investigación es costoso aun cuando se trabaja con un equipo muy consolidado en una etapa de la investigación, como ha sido mi caso (…) Como investigadora joven estoy muy agradecida porque iniciar un laboratorio desde cero no es sencillo, aun estando en una institución como la UNAM”.