Libros de ayer y hoy
Lleva una semana el Presidente anunciando su próximo Informe de Labores, el segundo para ser precisos. Sus spots son por más esperanzadores, a tal nivel, que a veces pareciera que vivimos trabajamos y soñamos en Méxicos distintos.
Realmente lo llego a entender un poco. Debe ser desesperante que el país que querías gobernar no avanza con la fórmula que traías en tu costal histórico de campaña, o que la sociedad como la imaginabas hace 12 años cambió drásticamente.
Su primera campaña la hizo en el 2006, quizá aún no estaban tan crispados los ánimos y el llamado a los abrazos no balazos, aún hubiera calado al corazón de muchos jóvenes, a los cuales una beca de aprendiz, les hubiera llamado la atención para atender y poner a producir una pequeña parcela.
Pero le siguió un 2012 con una juventud que conoció los estragos de grupos delincuenciales que se dividían al ritmo de una guerra sin horizontes. Esos muchachos ya sabían que podían tener épocas de bonanzas, pequeñas, que vivirían poco, pero dejarían un legado a su familia, la que muchas veces se privó hasta de la alimentación más básica.
Para el 2018, preferir abrazos no balazos, suena tan fuera de la realidad, que ofende más que esperanzar. Para que un joven entienda este concepto, habríamos que regresarle 12 años perdidos de inocencia, de vida campirana, de sueños e ilusiones cimentados en el mérito del trabajo.
No es mala la estrategia de López Obrador, sólo que tiene 12 años de añejamiento, y no es como los vinos, la maduración no la hizo mejor, sólo la convirtió en un vinagre amargo que todos padecemos. Él tenía las respuestas, para las preguntas de hace algunos ayeres.
Pero no todo es malo, realmente sí vino a transformar una forma de mirar nuestras instituciones. Realmente sí creo en su combate a la corrupción. Estoy convencido de su limpia institucional, a veces el hilo es muy delgado entre austeridad e ineficiencia, pero está tratando de ser congruente. Es un personaje que ahorra, sin duda alguna le daría a guardar mi dinero, jamás lo pondría al frente de una empresa, pero es loable como cuida fielmente el recurso de la sociedad.
Él no llegó a administrar la abundancia como señalaban algunos expresidentes, al contrario, llegó a nadar a un río cuesta arriba y a contracorriente. Quizá no tenga la preparación para gobernar como muchos de sus antecesores, pero eso sí, tiene más ética y decoro. La muestra son los miles de negocios que se hacían a la sombra del poder público y que se han ido descubriendo.
López Obrador llegó a un país violentado, vejado, confrontado, con una sociedad a veces rayando en la locura. No echemos la culpa al gobierno por las bestias feminicidas o pederastas que caminan entre nosotros con piel de oveja. No culpemos del soborno pequeño para no ser multados, mucho menos por quienes irresponsablemente, educan hijos por el camino de la delincuencia, hasta que un día, son sicarios escondidos en la sierra que asesinas a mujeres y niños inocentes.
Este panorama es el que mutó, se hizo más virulento, carcomió el país que López Obrador ya no supo leer. Él convive con un México que no es el real, pero tuvo que adaptarse si quería sobrevivir como un político.
Tampoco levantemos muchas expectativas de lo que informará hoy por la tarde. Seamos honestos, por más fobias o filias que nos provoque, el coronavirus transformó toda convivencia, jamás volveremos a ser iguales, y de nuevo, gran parte de la sociedad no estuvo a la altura para cuidarse, ni para cuidar al prójimo.
Todo esto lo planteo porque hoy veremos un hombre que cree gobernar a un México en el pasado, que piensa que existe un pueblo bueno, y también fomenta el malo; veremos muchas acrobacias para justificar sus actuaciones; tal vez nombre a los LeBaron y diga que ya se hizo justicia, en serio tratará de vender ese México que sólo él conoce.
Pero bajando de este nuevo “Día del Presidente”, cuando esté solo, sueño con que reflexione, se de cuenta que aún hay mucho tiempo por delante y sea tan valiente que no le de miedo ver en que se transformó, y lo guarde en ese closet de antaño, y revolucione unos 12 años, porque el país lo necesita.