Un vecino distante, desconfiado y colérico nos vigila
Nadie duda de la eficacia del eslogan: “primero los pobres”, que le ganó montañas de simpatía al entonces candidato, López Obrador, en los previos a la contienda de 2018.
Potente mensaje que, en su momento, alentó a millones de desposeídos que creyeron en tal promesa y que, a ciegas, entregaron su voto a López.
Pero seis años después, al arranque del proceso electoral de 2024, queda claro que, durante el gobierno de AMLO, los pobres no sólo no le importaron a nadie sino que, el Presupuesto de Egresos del 2024 –año electoral que hoy inicia–, fue diseñado sí y solo sí, para la compra de votos.
En pocas palabras, pasaremos del “primero los pobres” al “primero los votos” ya que, igual que en el viejo PRI, la prioridad del poder es la victoria en las urnas, más que sacar de su postración a los millones de pobres.
Lo peor es que los pobres no solo volvieron a quedar en el rincón del olvido, sino que serán más pobres, tendrán menos y más deficientes servicios de salud, menos y peor educación, nula seguridad pública y cargarán sobre sus espaldas con una de las mayores deudas públicas de la historia.
Deuda impagable que condena a la esclavitud de por vida a nuestros hijos y a los hijos de nuestros hijos. Eso sí, desde hoy y hasta la próxima elección presidencial, más mexicanos recibirán mayores “migajas” de dinero público, ya que de eso se trata; del uso clientelar de la pobreza.
Dicho de otro modo, resulta que en “el año de Hidalgo” no solo veremos el saqueo descomunal del dinero público por parte del grupo en el poder –robo propio del fin de sexenio–, sino la restauración del clientelismo electoral, la burda compra de conciencias y, sobre todo, el voto condicionado.
Pero vamos por partes.
En el Presupuesto de Egresos de la Federación 2024, López recortó 122 mil millones de pesos al sector salud, lo que significa que la atención sanitaria para los desposeídos tendrá casi 60% menos dinero.
Eso quiere decir que serán peores los servicios del IMSS, ISSSTE y SSA; que no habrá más y mejores médicos, más y mejores hospitales; que no habrá medicinas y vacunas indispensables para infantes y que niños y mujeres con cáncer seguirán perdiendo la vida por la indolencia presidencial.
Un presidente criminal a quien nada importó la salud ciudadana, en general, pero tampoco la de aquellos que nada tienen, ya que el dinero público que debió salvar vidas, se destinará a la compra de conciencias –programas sociales–, y a obras faraónicas, como el Tren Maya y la Refinería Dos Bocas.
Así, por ejemplo, en 2024 se elevarán casi 30% del presupuesto a programas como Adultos Mayores, al que destinarán casi 500 mil millones de pesos; 90 mil millones de pesos a Becas del Bienestar y 40 mil millones a Sembrando Vida y Jóvenes Construyendo el Futuro, respectivamente; todos programas “compra-votos”
Sin embargo, la mayor tragedia es que al reducir en casi 60% el presupuesto para la salud, el gobierno de AMLO da un paso firme en dirección a la privatización de la salud. ¿Por qué?
Porque al convertir en basura los servicios públicos de salud, Obrador empuja a los ciudadanos de todos los estratos sociales –y en especial a clases media, media baja y baja–, a utilizar los servicios privados, lo que no solo encarece la atención médica, sino que incrementa la letalidad de las enfermedades catastróficas, causa más muertes y enriquece más a los grandes grupos hospitalarios y farmacéuticos.
Y aquí y en china a eso se le llama privatizar la salud.
Pero acaso el mayor “golpe” a los contribuyentes es el escandaloso incremento en la deuda pública en el “año de Hidalgo”, ya que de 2018 al 2024 la deuda pública pasará de 10.8 billones de pesos a casi 16 billones de pesos, lo que significa un incremento de 60% del monto de deuda que dejó el gobierno de Peña Nieto. ¿Y la promesa de Obrador de no endeudar al país?
Está claro que es una mentira más ya que, en los hechos, el actual gobierno hipotecó el futuro de muchas generaciones de mexicanos que, por décadas, verán que sus impuestos no servirán para mejorar servicios públicos como salud, educación y seguridad, sino para pagar la deuda.
Pero además de la compra de conciencias a través de programas sociales –en tiempo electoral–, tanto la Sedena como la Marina recibirán un incremento de más de 100% en su presupuesto. ¿Y para qué el descomunal incremento?
También en ese caso se buscan resultados electorales ya que militares y marinos, junto con el crimen organizado, serán los encargados de organizar, someter y operar el fraude electoral en las elecciones federales del 2024.
Sí, Sedena pasará de 111 mil millones de pesos en 2023, a 259 mil millones en 2024; mientras Marina pasará de 41 mil millones a 72 mil millones, respectivamente.
¿Les queda claro que, en el 2024, López Obrador se robará la elección presidencial? Queda claro que pasamos del “primero los pobres” al “primero los votos”.
Al tiempo.