A la cachi, cachi porra…

Aún con Guerrero en llamas, no podemos evitar el tema del “Poli”.

Con pinzas, el gobierno federal volvió a atender las demandas de los estudiantes. La carta a santaclós fue respondida, “completa y copeteada” mediante un documento oficial, reiterativo hasta el abuso pero cuidadoso en extremo…

El secretario Emilio Chuayffet se tiene prohibido cualquier minucia que pudiera enojar más a la fiera.

Habrá Congreso Nacional; las leyes internas del IPN serán discutidas, votadas y modificadas de manera democrática. Como van las cosas, los futuros directores del instituto –sin derecho a pensión, por supuesto–, serán seleccionados por la vía del voto directo de integrantes de la comunidad guinda y blanca. Maestros, alumnos y tabajadores, podrán alzar la mano para tomar esa y otras decisiones.

Todo pinta de maravilla para los jóvenes inconformes… y hasta para los maestros trepados de “mosca” en el autobús del paro con un pliego petitorio propio e independiente.

Desde fuera preguntamos: ¿cuándo habrá solución?.

Al parecer nadie tiene prisa. Las puntuales peticiones que originaron el movimiento ahora son parte de una lista grandilocuente de puntos revestidos de demandas históricas, imposibles de resolver de un plumazo; aquella media hora inédita concedida a los estudiantes por el Secretario de Gobernación se consumió como lo que era, un fuego de artificio, tan seductor como efímero.

En cambio tenemos ofertas. Diálogo público televisado a nivel nacional por el canal Once. ¿Por dónde más?. Serán diez representantes de cada bando, con relevos infinitos, a la medida de los temas que se vayan abordando.

La buena voluntad parece garantizada… la eficiencia quién sabe.

Dialogar en caja de cristal será lo políticamente correcto, pero a la hora de la verdad, tanta transparencia puede transformarse en camisa de fuerza. No es fácil negociar, demandar y conceder con luces, cámaras y micrófonos en vivo y en directo.

Luego vendrá el largo proceso de la democracia directa. Lo acordado en la tele no serán definitorio. Todo lo que ahí se diga deberá llegar al filtro del debate estudiantil, primero en las escuelas, después en la asamblea general. Como suele ocurrir en estos movimientos, los negociadores son simples mensajeros; nadie goza de confianza suficiente para asumir el liderazgo y tomar las decisiones… mucho menos “en caliente”.

Al final, el gran problema es que todo el debate será apenas preámbulo del desenlace final. Primero, funcionarios y paristas, deberán ponerse de acuerdo en la mecánica negociadora y después, con el mapa trazado con tinta indeleble podrán debatir las bases del congreso fundacional.

En todo el trayecto la escala que ya atasca a los propios politécnicos es el nombramiento de un rector interino. El instituto no puede quedar acéfalo, alguien debe coordinar los esfuerzos que lleven al cambio desde adentro, cancelar planes de estudio, conformar un consejo consultivo y poner en orden el cúmulo de los pendientes…

Los estudiantes, aun no se definen y el Secretario de Educación Pública, ni loco hará una propuesta que pueda interpretarse como imposición.

Sumergidos en el gran debate transformador, los estudiantes pierden de vista reloj y calendario, dicen que no hay riesgo de perder el ciclo, aunque si eso ocurre, todo habrá sido por una buena causa.

Del otro lado la paciencia es total. Mejor ceder a provocar la ira de un movimiento hasta ahora pacífico y civilizado; el horno no está para “bollos”, menos para burros (blancos).

EL MONJE LOCO: El río sonaba desde hace un par de semanas. Javier Arrigunaga parecía la última víctima del fraude de Oceanografía. Hoy, sabemos que el ex director general de Banamex solo era pieza de una jugada mayor. Michael Corbat, cabeza de Citigroup, iba por todas las canicas; un negocio de 14 mi millones de pesos al año es demasiada miel para dejarla sólo en alas de abejas mexicanas. Según The Wall Street Jornal Manuel Medina Mora también se irá pronto, golpeado por el escándalo. Ese “as” de la baraja es otra carta marcada desde la gran manzana.

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