Trump tiene su modo
Lo que hizo la empresa Uber al incrementar por nueve sus tarifas por la contingencia ambiental en la Ciudad de México, no es más que abuso y deslealtad ante la desgracia de los capitalinos.
Algunos colegas que admiro y respeto (como el apreciado Carlos Mota) han dicho que se trata de una lección de cómo debe funcionar el capitalismo. Están equivocados.
Los taxis normales, ¿también deben subir sus precios en contingencia, y al que no le guste que tome el Metro?
Desde luego que no creo en el control de precios, pero tampoco en los abusos. Y por encima de todo está el sentido común.
Aprovecharse de la desgracia de una comunidad es propio de buitres, no de seres humanos.
Vamos al lugar emblemático del capitalismo: Nueva York. ¿Acaso los taxis aumentan sus tarifas cuando hay nevadas y la demanda es enorme? ¿O en la horas pico suben sus precios como les da la gana?
Claro que no. Hay un interés superior de la comunidad y eso no responde a una ideología colectivista, sino al sentido común.
Si aplicáramos el dogma de que todo se rige por la oferta y la demanda a cualquier hora y en toda circunstancia, tendríamos que exigir que la carretera a Cuernavaca o la de Toluca, por ejemplo, aumenten sus precios en horas de alto tráfico como la mañana temprano o al atardecer, hasta en tres o cuatro veces.
Y cuando alguien proteste, habría que aplastarlo con el argumento de que si quiere ir a casita a buena hora por una súper carretera, que pague más, y si no le gusta ahí está la carretera libre.
Lo que hizo Uber fue aprovecharse de una desgracia y eso se llama abuso, no capitalismo bien aplicado.
Aquí vivimos una desgracia ambiental de la cual los directivos de esa empresa se sirvieron para esquilmar a sus usuarios.
Lo que hicieron es tan ruin como el farmacéutico que triplica el precio del Tamiflú cuando hay epidemia de influenza .
O como el hospital que incrementa por nueve sus tarifas en un terremoto o en una crisis gastrointestinal por contaminación del agua.
¿Tendremos que callarnos en los medios de comunicación cuando luego de un huracán algunos comerciantes cobren el agua embotellada a cinco o seis veces sus precio habitual?
Nos dirían los defensores del capitalismo salvaje: «si quiere agua embotellada a precio bajo, haga fila en las tiendas Diconsa. El precio que yo le estoy dando es normal cuando usted más la necesita».
El capitalismo es el mejor de los sistemas probados hasta ahora por la humanidad. Rusia, China, Vietnam (y ahora Cuba) le dan la razón. Pero tiene que haber una autoridad que evite abusos y tutele el bien de la comunidad.
No hay capitalismo bueno sin los valores que cada comunidad le quiera imprimir, como el de la solidaridad y el sentido común. Y el Estado, ante los abusos, es indispensable.
Lo que hizo Uber es reprobable, por usurero y desleal. El Estado, en este caso, desde luego tiene que hacer sentir su presencia.