Libros de ayer y hoy
La izquierda que dice trabajar para la gente humilde, para el “ciudadano de a pie”, a la hora de gobernar el Distrito Federal volcó las arcas del dinero a la construcción de infraestructura para los automovilistas y no hizo ni un metro de Metro.
Durante su gobierno, López Obrador hizo 39.3 kilómetros de vialidades para que circulen los coches, y no le destinó un centavo a ampliar la red del Sistema de Transporte Colectivo Metro.
¿No que primero los pobres?
Era cuento, pero se nos olvida pues tienen buenos propagandistas y, nosotros, muy mala memoria.
Las facilidades que dio López Obrador al automóvil en detrimento de la inversión a transporte público, provocó que en su gobierno y en el de Marcelo Ebrard el parque vehicular de la capital haya aumentado 119.7 por ciento, como informó ayer en su portada el diario La Razón.
Hoy pagamos las consecuencias de la sobresaturación vehicular y la falta de transporte colectivo.
Bueno, Ebrard sí hizo un metro, la Línea 12. ¿Le suena? Ahí quedó encerrado un mega fraude del que seguiremos pagando intereses por muchos años pues los trenes adquiridos a la empresa española CAF fueron rentados, aunque sus ruedas no sirvieran para los rieles que se tendieron.
Durante el gobierno de Cuauhtémoc Cárdenas no se empezó ni se puso en funcionamiento ninguna línea del Metro. Fue Rosario Robles la que inauguró la Línea B, que arrancó en la administración de Óscar Espinoza Villarreal.
Después llegó López Obrador y le dio todas las facilidades a la industria automotriz para que disparase sus ventas en la capital del país, con el segundo piso del Periférico, el distribuidor vial de San Antonio y otros cuatro distribuidores más: Ermita Iztapalapa, taxqueña, Heberto Castillo y Zaragoza-Texcoco.
Muy bien por ello, pero… ¿y el transporte público?
Cero centímetro de Metro. Nada de transporte público, de parte de los que decían y siguen diciendo que defienden los intereses de los pobres.
Cuando se decidieron a realizar una nueva Línea, los gobernantes de la izquierda se robaron hasta los tornillos cuyos precios inflaron en más de mil por ciento.
Hoy tenemos una gravísima contingencia ambiental que obliga a reducir el número de vehículos en circulación. Se trata de una catástrofe anunciada.
Si en los gobiernos de AMLO y Ebrard el número de coches que circulan por la ciudad creció en 119.7 por ciento, ¿qué esperaban?
Y le siguieron dando prioridad al automóvil. Ebrard amplió el segundo piso del Periférico desde el Toreo hasta la salida a Cuernavaca y se construyó la Súper Vía Poniente.
De nuevo: excelente. Felicidades. Pero al no aumentar las opciones de transporte público, concretamente Metro, no queda más alternativa que comprar un automóvil, o dos.
Hay que reconocer que Ebrard puso en funcionamiento el Metrobús, pero le quita un carril al tránsito vehicular, lo que provoca congestión y la consecuente contaminación.
La catástrofe ambiental que padecemos ha sido provocada por la negligencia de la izquierda (AMLO-Ebrard) para gobernar la capital. Esa demagogia que consiste en hacer “obras que se vean” para ganar votos, y no las necesarias para que funcione la ciudad, es lo que ha hecho crisis.