Libros de ayer y hoy
A la luz de la clara postura del presidente Peña Nieto en la ONU sobre la lucha contra las drogas, donde planteó que es preciso cambiar del enfoque prohibicionista a uno de salud pública, debemos esperar acciones concretas que materialicen ese afortunado giro.
Hace menos de un mes (30-III-16) escribí en esta columna que deberían salir de la cárcel cerca de cincuenta mil personas que están presas por posesión de drogas en una cantidad superior a los cinco gramos permitidos en el caso de la mariguana.
Nadie debe estar en prisión por consumo o posesión de drogas (salvo cargamentos, obviamente).
De los encarcelados por delitos de droga entre 2009 y 2013, 49 mil 638 personas fueron condenadas por posesión de drogas. Y la inmensa mayoría de ellas son jóvenes.
Resulta inhumano, inmoral e inaceptable –apuntamos aquí el 30 de marzo- que a jóvenes que no tienen oportunidad de estudiar ni se les brinde un empleo digno para vivir, se les meta a prisión por traer mariguana en los bolsillos.
Sacar a los que están presos por consumir y despenalizar la portación de drogas en un gramaje superior al actual, es un tema de justicia social pues lo que se castiga es la pobreza o el peor de los ocios: el involuntario.
Es imposible adivinar si en los lineamientos que va a dar mañana jueves el Presidente Peña sobre el tema, viene una amnistía para los que están presos por consumo o posesión, pero debería darse.
Hay un cambio de enfoque y tiene que notarse. Que haya prenda.
Paquete legislativo para que nunca un consumidor pise la cárcel por eso solo hecho, ni que la policía detenga a un muchacho por fumar mota o llevarla en el bolsillo.
El cambio de enfoque anunciado por el Presidente debe ser el inicio de una transformación profunda y responsable, a lo que mucho contribuyeron las visiones de la canciller Claudia Ruiz Massieu, el subsecretario Paulo Carreño y el Jefe de la Oficina de la Presidencia, Francisco Guzmán.
De la mano con el giro al tratamiento del tema drogas, tiene que venir una agresiva campaña informativa sobre ellas. Son dañinas y algunas de ellas mortales, que no se nos olvide.
La secretaría de Salud, a cargo de un funcionario –José Narro- con sensibilidad política y humana, tendría que duplicar esfuerzos para advertir a la población sobre el riesgo de consumir drogas.
Si se va a cambiar el enfoque de la lucha, es indispensable que se nos recuerde todos los días que las drogas destruyen. La intensidad de las campañas debe emular a las exitosas emprendidas contra el tabaquismo, por lo menos.
Y, ojo, sería lamentable que este cambio se entendiera como un bajar la guardia en la persecución y combate a los grupos criminales que, donde siembran o trafican droga, imponen su ley a las comunidades, cobran derecho de piso, secuestran, matan y se apropian de ranchos, comercios y demás bienes ajenos.
Bienvenido el giro, siempre que sea con responsabilidad y sentido de Estado. Y con prenda: una amnistía, Presidente.