Líneas Quadratín
Apenas el viernes publicamos en esta columna que el próximo pleito de Miguel Ángel Mancera con autoridades priistas sería con Eruviel Ávila, gobernador del Estado de México, y ya están trenzados ambos gobernantes.
En realidad se trata de un encontronazo entre dos fuertes precandidatos presidenciales.
El telón de fondo del pleito entre el Jefe de Gobierno de la Ciudad de México y Eruviel Ávila es las sucesión presidencial.
Sí, en efecto, hay un problema de contaminación insoportable en el Valle de México, pero la solución no está en el choque sino en la concertación de acciones para bajarla y evitar que vuelvan contingencias como la actual.
Mancera necesitaba tomar distancia de los gobernantes priistas, de los que se le ha visto muy cerca desde el inicio de su gobierno, sin faltar casi a ningún evento con el Presidente al que ha sido invitado.
Tarde o temprano Mancera iba a pintar su raya, y ya lo hizo. Ya chocó con el secretario de Comunicaciones y Transportes, Gerardo Ruiz Esparza, por el destino de los terrenos donde se asienta el actual aeropuerto de la Ciudad, que va a ser desalojado dentro de… nueve años.
Ahora Mancera subió el tono de voz y acusó al gobierno de Eruviel Ávila de tener buena parte de la culpa de la contaminación que nos tiene sin circular, sin hacer ejercicio, con dolor de cabeza, ardor de ojos y enfermedades respiratorias.
Se trata de un buen pleito porque Mancera tiene razón en lo que dice. En el Estado de México no existen controles ambientales para vehículos ni el programa Hoy no Circula, que ayudan a evitar males mayores al medio ambiente.
Pero Eruviel mostró que no es manco y que le asiste la razón en otros temas relacionados a la limpieza del aire, como es el caso de las ocho mil toneladas de basura que la CDMX deposita con singular tranquilidad en vertederos del Estado de México.
Dice el gobernador mexiquense que esa basura de la capital del país genera anualmente más de 10 mil toneladas de CO2 y 400 toneladas de gas metano que se van a la atmósfera. Veneno puro que chilangos “exportan” a los mexiquenses.
La solución parece obvia: no nos metamos para lo hondo (buena parte del agua que consume la CDMX viene del Estado de México) y a través del diálogo se tiene que llegar a un acuerdo en los temas de la circulación de vehículos y la basura.
Pero ese acuerdo va a ser difícil porque Mancera y Eruviel quieren ser candidatos presidenciales y, de acuerdo con las encuestas, están en posibilidades de lograrlo.
Así es que los habitantes de la CDMX y del Estado de México seremos espectadores de este incipiente choque de trenes, cuyo destino final está en el kilómetro 2018 y no hay escala en acuerdos consensados.
Mancera y Eruviel se traen ganas. Y echan un pulso público que los puede catapultar a Los Pinos.