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Todavía se esperan frentes fríos en Querétaro: PC
CUIDAD DE MÉXICO, 6 de junio de 2014.- En México, hasta 18 de cada 100 adultos mayores padece algún tipo de violencia o maltrato, acciones que son ejercidas, principalmente, por sus propios familiares.
Liliana Giraldo, investigadora del Instituto Nacional de Geriatría, dependiente de la Secretaría de Salud, informó que de acuerdo a diferentes estudios a nivel local y nacional, entre 8.1 por ciento y 18.6 por ciento de las 11 millones 668 mil 342 personas mayores de 60 años que hay en el país padece violencia, es decir, sufren actos de agresión, intimidación o que ponen en riesgo su salud, según reportes de Milenio.
La violencia, explicó Giraldo, puede ser física, psicológica, sexual y económica, mientras que el maltrato se refiere a negligencia, en particular si los viejitos padecen enfermedades que los coloquen en situación de discapacidad y dependencia.
«Los pellizcan, los empujan, si los bañan les pegan con lo que tienen en la mano; son un sinnúmero de acciones que se reflejan en el cuerpo de la persona, con hematomas, fracturas y múltiples síntomas que implican la fuerza por parte de ese responsable o familiar», detalló la investigadora.
Según información del instituto, 85 por ciento de la violencia hacia los ancianos la ejercen los familiares, de los que 60 por ciento son los hijos, seguidos por el cónyuge u otro familiar.
Mientras que 15 por ciento de las agresiones la ejercen cuidadores, vecinos o personas con algún tipo de vínculo o de convivencia con los ancianos.
La especialista señaló que, esencialmente, la violencia se ejerce en un ámbito de confianza y las mujeres son las principales víctimas, y aunque no se cuenta con registros de las consecuencias, en definitiva son devastadoras para los adultos mayores.
También el género establece diferencias en el trato, ya que mientras las hijas tienden a ejercer más violencia psicológica y física, los hijos recurren a lo físico y económico.
La violencia, añadió Giraldo, es producto de estereotipos y estigmas contra esta población, así como una desvalorización social.
La investigadora consideró que la falta de medición científica para dimensionar efectivamente la magnitud del problema conlleva a una complicación en la elaboración de programas sociales y de políticas públicas eficaces, dirigidas a este grupo de la población.
«Hablamos de algunas políticas, que entre los grupos vulnerables, toman a los adultos mayores, pero tenemos que comenzar a hacer un replanteamiento desde una perspectiva de derechos. Todos tenemos que cambiar el chip como sociedad y no ver el envejecimiento sólo como sinónimo de vejez, sino diferenciar muy bien este proceso que conlleva el envejecimiento, que se da desde que uno nace prácticamente”, dijo.
En tanto, para Ana Gambles, coordinadora de Gerontología del Instituto para la Atención de los Adultos Mayores, de la Secretaría de Desarrollo Social del Gobierno del Distrito Federal, un factor fundamental para combatir la violencia es el empoderamiento de los adultos mayores y hacerlos conscientes que son sujetos de derechos humanos, así como acercar los servicios y generar apoyo hacia la comunidad.
«Tenemos que dar un gran apoyo a las familias porque no puedes crear una gran infraestructura, debido a que en muchas ocasiones no es de utilidad, porque no te sirve tener un hospital en tal lugar si la gente de Milpa Alta no va a poder llegar. Se tienen que generar servicios cercanos a la población, toda una atención comunitaria, servicios, para no desarraigar», explicó.